Vida de Simón Támesis. Heberto Corea


Vida de Simón Támesis. Heberto Corea
Era una noche pulcra, de esas noche totalmente claritas, ni un arrebol se vislumbraba en el firmamento, estaba despejado totalmente de nubarrones; miles de estrellas se divisaban desde el patio del rancho de Julián Támesis Potoy, indio puro, el cual con orgullo expresaba que en sus venas no corría el mestizaje; su madre Eusebia Potoy había formado pareja únicamente con Silvano Támesis, ambos indios Nagrandos, a esa familia la tersura oscura de su piel de ébano los distinguía, ellos habían nacido en la hacienda “El Empedrado” cuya propiedad por decisión de los españoles pertenecía a don Salvador Montes Montenegro, español de unos treinta años, que había emigrado a estos lugares en los Finales de los años 1700, de aspecto delgado, tez blanca pálida, nariz árabe, de unos cinco pies con siete pulgadas de estatura, quien llego haciendo alarde con el manejo casi artístico del cuchillo. Las Plantas de Cepa o Guineos, fueron el escenario permanente de su adiestramiento.
Esa noche, un cuatro de Enero del año mil ochocientos quince, en el filo de la media noche dio a luz doña Eleuteria Mongrillo, esposa de don Julián a su hijo número diecinueve, el cual y por decisión de don Salvador, quien se ofreció de padrino del niño, fue bautizado con el nombre de Simón Támesis Mongrillo, el niño era un indio puro, tez tersa oscura, pelo chiriso negro, labios gruesos, ojos grande negros, chaparro requeneto y por desgracia salió bizco el Cipote.
Simón se convirtió en la mano derecha del Español, quien aprendió a manejar el cuchillo de forma artística desde niño, el Español le enseño los trucos del lance del cuchillo, desde un caballo a toda velocidad dejaba incrustado el cuchillo en cualquier árbol que se le topaba en el camino, este niño como todo ser viviente, crece y se desarrolla, a los doce años ya tenía seis de trabajar para el español, quien le había acomodado un sitio en la cocina para que durmiera en hamaca junto con los hijos de la cocinera, así dejó la niñez a los doce años, jugando con una niña de once años hija de la cocinera cuyo nombre era “Zúas Yacutinga” la embarazó, por lo que no hubo otra alternativa que arrejuntarlos para que procrearan a su hijo. Esa acción, dio la oportunidad de acondicionarles una rancha de pajiza a la entrada de la finca y a orillas del camino que va al pueblo, para que de esa manera los niños juguetones fueran los responsables de estar abriendo la puerta principal de entrada a la hacienda, formada por varas incrustados en dos horcones ahoyados, lo que le permitió a Simón perfeccionarse en el lanzamiento de cuchillos, su práctica era permanente.
A los quince años Simón se unió por primera vez a los caudillos del Pueblo Nagrando que todos los años pasaban por dicha hacienda solicitando toros para las fiestas Patronales en honor a Santiago Apóstol. Los caudillos durante un mes completo recorrían las haciendas del municipio recogiendo los toros de lidia que les facilitaban los hacendados, algunos los ofrecían por servicios milagrosos del Santo Patrono, otros por demostrar la clase de toro bravo que existía en su hacienda. Simón Támesis no le prestaba mucha importancia a esas religiosidades paganas, el había sido criado sin religión, su religión era el cuchillo y el trabajo para subsistir, en ese recorrido pasaban por más de quince comarcas, estas eran caseríos dispersos de no más de una veintena de ranchos, pero en cada uno de ellos se podía trasnochar en los estancos de guaro lija, principalmente los fines de semana. En una de esas comarcas, la  conocida con el nombre de  Nacascolo, Simón Támesis se pegó la primera emborrachada, al día siguiente domingo 24 de Junio de mil ochocientos treinta y uno, en el camino que va de Nacascolo a la hacienda “Peor es Nada” se encontró el cadáver de un joven de unos veinte años con un orificio de arma blanca en la espalda; ese día era de descanso para los caudillos, no salían hacia las haciendas, su viaje era a partir del día lunes, el Sábado lo utilizaban para enviar los toros que les facilitaban para la comarca los Ojeda, lugar en donde se concentraban todos los toros que jugarían durante los tres días de fiestas patronales, 23, 24 y 25 de Julio.
Ese domingo muy de madrugada Simón había hecho viaje para la hacienda “El Empedrado” totalmente en estado de embriaguez, los campistas habían tratado de detenerlo, pero este se les resistió, ensilló su caballo y se marcho. Los campistas que integraban el grupo de caudillos, a esos de las nueve de la mañana del domingo 24 de Junio, se enteraron del muerto, algunos comentaron, no habrá sido Simón el hechor, y al únisono los demás le expresaron, ni digas eso, que todos vamos a ir presos. El Lunes de madrugada se enrumbaron los caudillos hacia el norte en busca de la hacienda “El Cobertizo”, muchos de ellos se sintieron aliviados al haber salido de Nacascolo, pero en la comarca se rumoraba que el hechor iba en la cuadrilla de Caudillos. El jefe de los caudillos o caudillo mayor se había venido el Sábado a dejar los primeros toros y de regreso el domingo por la tarde, al pasar por “El empedrado” se fijó que el chavalo Simón estaba en la puerta de su casita tomando con otros amigos, le hizo de seña para que acercara, este llegó dándole explicaciones que en la madrugada se había venido porque se había aburrido y que se quedaría mejor en su casa, llámame a tu papá le espetó el caudillo mayor, al llegar el padre de Simón, don Julián Támesis, el caudillo le dijo, don Julián ahí le entrego al cipote, parece que le dieron guaro estos jodidos y picado se le dió por venirse, yo le prometo que les llamaré la atención a esos jodidos irresponsables ahora que llegue. Está bien don Ángel, no se preocupe que ahora que le pase la juma lo reprenderé a este culo cagado.
Al pasar por Nacascolo el caudillo mayor, se topó con la gente que venía de enterrar al joven que habían  encontrado muerto en la madrugada, este les preguntó de lo sucedido y los deudos que venían del cortejo fúnebre, le gritaron, “uno de tus caudillos lo puñaleo por la espalda”. Don Ángel se asustó, porque sabía que tocar a esa gente y de esa forma, era como tocar un panal de avispas. Usted es el padre del joven, preguntó don Ángel, si yo soy su padre y personalmente me vengaré de esa muerte, así que separe del grupo de caudillos al asesino de mi hijo y me manda a decir quién fue el hechor; pero señor usted está seguro de que fue uno de los caudillos, vea don Ángel no se haga el pendejo, en la comarca nadie iba a tocar a mis hijos, aquí todos somos una misma familia, el que mató a mi hijo es un foráneo, que de seguro que ni lo conocía y, los únicos foráneos que habían en este sector eran los caudillos que dormían en el corral de Lázaro Patacón, según don lázaro estos pasaron tomando toda la noche del sábado en el estanco de la Petra y, ahí le dieron guaro a un chavalo bizco que se les perdió en la madrugada. Don Ángel, a lo inmediato respondió, ese chavalo lo acabamos de ver en su casa, se fue de madrugada hoy bien picado, pero ese es un niño todavía, aunque si maneja el cuchillo muy bien. Ese chavalo donde vive, pregunto Martín López, el padre del difunto. Uno de los caudillos que acompañaban al caudillo mayor, respondió, ese muchacho es hijo de don Julián Támesis, el mandador del “Empedrado” en estos momentos estaba en su casa tomando con otros campistas, pero supongo que ya debe de estar durmiendo la mona, nosotros pasamos por ahí hace unas dos horas.
Cayó la noche de ese domingo, y al llegar el caudillo mayor al corral de don Lázaro, de inmediato reunió a los caudillos y les preguntó sobre lo sucedido al joven Lisímaco López, ahí mismo les contó de que la familia del joven saben todo lo que ustedes hicieron el Sábado en el estanco de la Petra, así como del guaro que le dieron de beber a Simón, la familia desconfía de uno de los caudillos como el hechor de la muerte del joven y, ya saben que Simón salió para su casa de madrugada. Ustedes que tienen que decir. Cada uno de los caudillos se miraban unos a  otros, y se decían habla vos, hasta que Leopoldo Gámez el segundo caudillo, quien estaba bajo el cuido de todos los caudillos en ausencia del caudillo mayor, dijo. Yo creo que nosotros no podemos echarle culpa al cipote, sólo porque se fue de madrugada, nosotros no nos despegamos en toda la noche del Sábado, salimos juntos y nos venimos juntos, yo no tomé ni una sola gota de licor, nadie tubo riña alguna con algún vecino de la comarca, es más hubo mucha cordialidad entre los comarqueños y nosotros, ya que casi a todos los conocemos en los trabajos de las haciendas, casi todos son campistas como nosotros y algunos se comprometieron a acompañarnos mañana en el recorrido, pero supongo que con lo sucedido, nadie va querer involucrarse con nosotros. De todas maneras, dice el caudillo mayor es necesario que nosotros nos distanciemos de ese hecho, y dejemos muy claro nuestra no participación en actos que riñen con la legalidad, todo esto es debido a que nuestro trabajo en estos momentos tiene relación directa con un Santo Patrono, en nombre de ese Santo andamos realizando nuestra labor; Nuestro patrón Santiago no está observando, en mi caso, es una promesa por favores recibidos, el me sacó de una enfermedad que casi me lleva a la tumba y, cada uno de nosotros está por nuestra fe en el Santo Patrono, el Apóstol Santiago.
Un grupo nuestro se quedará ayudando a la familia a encontrar al culpable de tan vil asesinato, haremos de investigadores, una vez esclarecida la muerte del joven, nos reuniremos todos de nuevo. Preguntare una vez, quienes desean quedarse investigando, que levanten la mano, los otros continuarán con el recorrido bajo las órdenes de Chicho. Alcides, pata de mono, un caudillo de más de veinte años de andar en esos recorrido, le dice al caudillo mayor. Simón se nos desapareció a eso de las dos de la mañana a pié y regresó a las tres y media de la madrugada todo nervioso y yo le note sangre en la mano derecha. Cuando estaba ensillando el caballo, llegamos nosotros a preguntarle porque ensillaba el caballo y nos respondió que se iba para su casa, tratamos de convencerlo que era peligroso hacer ese viaje en ese estado y a esa hora, forcejeamos con él, pero nos fue imposible convencerlo y casi a las cuatro de la mañana salió veloz para su casa. En ese forcejeó pensé que se había herido en la mano con un puñal que sacó para que no lo detuviéramos. Creo que debemos de decir esta verdad a la familia, yo me quedo para contarle a la familia del joven lo sucedido, con esto no estoy afirmando que Simón mató al joven, que las autoridades investiguen los hechos. Una vez que los caudillos se marcharon a continuar su jornada, el caudillo mayor y Pata de Mono enrumbaron hacia la casa de la familia López a contarle los hechos sucedidos en el corral de don Lázaro.
Ese día lunes luego de informarle a la familia del joven muerto de los hechos, el caudillo mayor y Alcides, se unieron al resto de los caudillos con el sabor de haber cumplido con su responsabilidad, identificando a uno de los acompañantes de los caudillos como presunto responsable de la muerte del joven Martín López. La familia López después de escuchar el relato de parte de los caudillos se convocaron unos siete de la familia más cercana entre hermanos, tíos y primos y se enrumbaron en busca de Simón Támesis; al medio día del lunes estaban todos rodeando la ranchita donde vivía el chavalo con su mujercita y su niño tierno. Pistolas, escopetas, rifles 22, cuchillos, eran las armas de la familia López, conminando a Simón a que saliera de su casa, en caso contrario le quemarían el rancho. Simón al verse rodeado les gritó a los López que no sabía por qué lo querían joder, pero que no se iba a dejar, se colocó un puñal en la boca cruzado agarrado entre los dientes, un segundo puñal lo tomó con la mano derecha y un tercero con la mano izquierda, saltó la puerta trasera de su casita dio un salto mortal y en el aire dejó ir los dos puñales de sus manos, al caer tomo el tercero de su boca y lanzó con furia sobre el cuerpo de otro de los López, en ese instante que los otros ubicados en los otros costados de la casa se lanzo sobre los cuerpo de los tres acuchillados, quienes habían recibido la estocada en la cabeza y en el corazón, les arrancó los cuchillos al momento de que sonaban disparos por todos lados, dio un salto y se encajó en el techo de palma de su casa, saltando en el momento en que otro de los López cargaba su pistola y lo acuchillo en el cuello, giró a su Izquierda y lanzó el cuchillo de su mano izquierda con tanta furia que sólo se oyó un grito de dolor, se le había clavado en el pecho al último de los López en riña.

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