Un Encuentro Casual. Heberto Guillermo Corea Guerrero

Heberto Guillermo Corea Guerrero

UN ENCUENTRO CASUAL




Esta historia, es real, pero los protagonistas no me autorizaron a usar sus nombres verdaderos.




                                      

hcoreaabogado@gmail.com
02/08/2012



                                       


UN ENCUENTRO CASUAL.
 Heberto Guillermo Corea Guerrero

Es muy raro levantar la vista hacia el firmamento y verlo en su plenitud, totalmente despejado de arreboles, de un color celeste fuerte; en ese momento podes identificar plenamente las siete cabritas. Ese día que tuve la dicha de ver en plenitud el firmamento, fue el cuatro de Septiembre del año  mil novecientos cincuenta y dos, a las dos de la madrugada. Yo estaba en el hospital sentado en una banca, esperando que naciera Cándido Guillermo, el segundo varón de mi hermana Celeste Andrea Coare, madre soltera con cuatro hijos más en su poder, tres mujeres y un varón, su hijo mayor. En ese lapso de espera no tenía quietud, caminaba hacia donde ingresan las ambulancias con las mujeres a punto de reventar fuente, me regresaba al patio, ahí me quedaba viendo el firmamento, como esperando una señal que me auxiliara; ya que había salido de Nagarote en tren, sin reales, acompañando a mi hermana a eso de las seis de la tarde del tres de Septiembre, porque así lo había recomendado la partera: Andreita, este cipote está de nalgas, jamás va a salir, es mejor que te vayas al hospital de Managua, fíjate que a las seis pasa el tren. Hay doña Emelina y con quien voy. No jodás para hacer el cipote nadie te ayudó, vos solita abristes el camino. Alejandro, veni a ver. Del otro lado estaba la barbería Juvenil, cuyo propietario era Alejandro Coare, un solterón que nunca había tenido mujer a su cargo, tuvo un intento de matrimonio que no duró tres meses, un biombo era la división. En ese instante se apareció Matilde Rueda Aguilar, la madre de Andrea, quien había contraído nupcias con el escribano del pueblo Marcelino Coare Pérez, músico, secretario de juzgado eterno y borracho, le decían Chimino mano de vidrio, porque sólo con la botella se mantenía. Matilde al darse cuenta del peligro del parto, increpó a Alejandro para que se apresurara. Vos Alejandro, date prisa que tenés que llevarte a  Andrea para el hospital de Managua, sino esta mujer se nos muere. Marcelino Coare a media asta expresó: Emelina, dale un buen trago de cususa y se lo jalas el cipote a guevo…. A vos es que te voy a colgar de los guevos, para que logrés sentir el dolor del parto.
Marcelino Coare, al ver llegar a Alejandro le dijo. Toma veinticinco centavos para el viaje. Papá usted es más pinche que Chachalaca, yo no he rasurado a nadie en todo el día y, eso que hoy es viernes, tengo una palmazón de padre y señor nuestro. Mamá deme unos dos pesos, al menos para llegar a Managua, ya veremos después. Toma los dos pesos, pero llévatela, que ya el tren ha de venir por Ceiba mocha. En la barbería era normal encontrar guitarristas tocando solos, o acompañando a Alejandro con su Mandolina, además siempre estaban dos jugando tablero. Ese día estaba el Chulo y Juan Pelón jugando tablero maceando un real por jugada y, dos guitarristas tocando y cantando valses. Don Jesús Roa y Tío Tan, estaban cantando una canción de Julio Jaramillo titulada “Nuestro Juramento”. En ese instante Alejandro les dice, hay disculpen, pero voy a tener que cerrar, me salió un viaje urgente hacia Managua, tengo que llevar a mi hermana al Estación para llevarla al hospital, el cipote no le puede salir. Tío Tan, le dice: Alejandro yo tengo la carreta ahí afuera, montémosla, yo te llevo a la Estación. Don Jesús interviene. Si Alejandro es más lento llevarla caminando, la carreta no es muy rápida, pero llegarías primero en carreta que a pié. Está bien, ayúdenme a subirla. Montaron a la carreta a Andrea y se la llevaron a la Estación, llegaron, la bajaron, en el momento que se escuchó el pito del tren. Puf puf puf puf puf puf. El tren estaba anunciando su llegada y, lo hacía, al llegar a la curva de Maitro Polo. De inmediato compró el pasaje que valía cincuenta centavos, ya en el tren se compró una jícara de tiste y una cosa de horno, veinticinco centavos, le quedaba un córdoba. Al llegar a Mangua a eso de las ocho de la noche, se bajó en la primer parada del Estación, conocida como la Estacioncita, ubicada en las orillas del barrio Santa Ana, el último barrio de Managua. Se bajaron y buscó un taxi, quien le dijo que lo llevaba por cincuenta centavos al hospital, por lo delicado que iba su hermana no regateó el costo del viaje, llegando al hospital a las ocho y veinticinco minutos de la noche. De inmediato al llegar le dijo al taxista, espérame aquí, yo voy a buscar un camillero. Llegó la camilla, subieron a la paciente y la llevaron a sala de parto. Alejandro no podía ingresar a sala de parto. Eran las dos de la mañana y él no sabía que exactamente a las dos de la mañana había nacido Cándido Guillermo.
En ese ir y venir dentro del hospital, el patio y emergencia, escuchó su nombre: Alejandro Coare, que haces en este hospital de mujeres parturientas si a vos no te gustan las mujeres ni en pintura. Alejandro volteo de inmediato y reconoció al emisor de la frase y, le dijo: Entonces vos fuiste creado, no engendrado como nuestro señor Jesucristo. Asustado el emisor le dice: Porque me dices eso Alejandro. Éste responde. Acaso vos no eres el hijo de la Julia Arrechavala, quien te trajo de Nagarote ya de catorce años, de seguro que ahora tienes unos treinta años, porque yo tengo cuarenta y seis y, a los dieciséis años me casé con tu madre, quien se separó de mí a los tres meses de matrimonio y se ajuntó con Porfirio Umaña. De seguro que Porfirio te inscribió como su hijo. Acaso no te acuerdas que cuando llegabas a la barbería, yo te compraba sorbete de Marquito todos los días, no te acuerdas que para semana Santa y Navidad, te regalaba tu mudadita. Si me acuerdo, pero era porque yo te hacía los mandados, no seas o te hagas el tonto, eso lo hacía debido a que yo sabía, que cuando me dejó tu mamá, ya iba embarazada y, así me lo confirmó Porfirio en una bebedera. Me contó que cuando me la quitó, se la llevó de huida para el Tamarindo y, que ahí le creció la barriga, que tú naciste a los seis meses de haberse ajuntado con él. Dime tu nombre completo. Porfirio Alejandro Umaña Arrechabala. Te das cuenta. Y Porfirio que se hizo. No sé, dice mi mamá que cuando llegamos a Managua, alquiló un cuarto donde don Emilio Montenegro, quienes habían sido grandes amigos de juventud, en los años treinta, luego desapareció; No durmió ni esa misma noche en la casa. Luego con el pasar del tiempo, ella convivió con don Emilio Montenegro para no pagar el cuarto, luego éste la pasó de esposa oficial y, desde hace unos quince años, yo le digo papá a don Emilio, él me crió, hasta que comencé a trabajar y me casé, me fui de su casa. Mi mamá murió hace unos tres años, estaba joven, de unos cincuenta años. Don Emilio, pasó a mejor vida hace unos dos meses, me heredó su casa, ahí vivo con mi esposa, quien está en estos momentos teniéndome el cuarto hijo. Qué casualidad. Mi mamá antes de morir me le puso el nombre a mi tercer hijo; se llama Alejandro y, el día del bautizo del niño, cuando lo chineó ya en la casa, me llamó y me dijo, es igualito a él, se fue de lado y cayó muerta mi pobre madrecita. Yo de inmediato pensé en mi Pa Porfirio. Este hijo que me está naciendo salió mujercita, y le pondré el nombre de mi madre, se llamará Julia Umaña. Yo me casé con una Nagaroteña, de la Costa Sur, es hija de unos de los Carboneros, que ahora viven aquí en Managua, casualmente en el barrio los carboneros, puro Nagaroteños es ese barrio, nada más que de Copaltepe, Cerro Colorado, La Trinidad y del Valle de Jesús. A todos los conozco yo, llego bastante a ese barrio y, ellos cuando llegan a Nagarote pasan el día en la barbería. Qué bueno, lo que es la vida, yo lo estaba saludando alegre por el nacimiento de mi primer hija mujer, Julita y, usted me responde enojado, diciéndome que es mi verdadero padre, eso significa, que si yo no le he dado esa broma, usted no me responde con lo que me dijo, quizás nunca hubiese sabido que mi verdadero padre es el barbero; ahora caigo en razón, mi madre siempre me aconsejaba, ve a la barbería y aprende ese oficio hijo, a mi Pa Porfirio nunca le gustó esa idea, es por eso que yo llegaba, siempre que mi Pa Porfirio se iba a trabajar a la finca de don Abelardo Cuadra y, como llegaba ya pasado las seis de la tarde, nunca se dio cuenta y, si se dio cuenta o, nunca me lo dijo. A lo mejor él también estaba de acuerdo en que yo me relacionara con mi verdadero padre; ya vez, lo hice durante los primeros catorce años de mi vida, que fue en la época que lo conocí. En ese momento se escuchó una voz en el parlante del hospital. Dr. Salmerón lo necesitan en terapia intensiva, urgente. De inmediato Alejandro, volteó a ver hacia la recepcionista de turno, ésta le hizo una seña con la mano derecha para que se acercara. Al llegar le dijo: firme este documento, es autorizando al médico para que le realicen al niño de Andrea una terapia, la cual consiste en aventarlo hacia otro médico, luego este lo regresa, lo tira hacia arriba, eso durará hasta que el niño vuelva a respirar normal, ya que le falta respiración y, la maquina que brinda respiración artificial se descompuso. No se preocupe señorita, que yo le firmo todo lo que sea para el bien del niño. Don Alejandro, le dice la recepcionista, le llama aquel señor que está allá. Alejandro voltea el rostro y se fija que Porfirio se encuentra con una mujer y un niño en brazo, llega, saluda a la muchacha, le pregunta a Porfirio, es tu esposa, si, le asienta Porfirio meneándole la cabeza, lo significa que ella es mi nieta. La Socorro López, esposa de Porfirio, asustada pregunta, que dijo don Alejandro, yo soy hija de Toño López, usted llega a mi casa en el barrio los Carboneros. Si mi hija, como no te voy a reconocer, si tu papá te llevaba mucho a Nagarote, a misa de Santiaguito los 25 de Julio y se quedaban en la barbería, aunque tú te cruzabas a jugar con mis sobrinas, la Norma,  la Melba y la Lilliam.  Entonces del porque mi nieta. A ver Socorro, yo te explico. Hace ratito me di cuenta que don Alejandro es mi verdadero padre biológico, le di una broma, porque yo lo conocí desde que yo estaba niño, llegaba a su casa hacerle los mandados, el me hacía regalitos en períodos de fiesta, pero hasta ahí no más; luego mi madre se vino con mi Pa Porfirio para Managua, hace unos diecisiete años, mi Pa Porfirio desapareció el mismo día que llegamos a Managua, nunca supimos nada de él y mi padre de crianza fue don Emilio Montenegro, al que vos conociste como mi padre. Él fue el primer marido de mi madre, fueron casados, pero mi madre, se enamoró de mi Pa Porfirio y lo dejó en Nagarote. A los tres años regresaron a Nagarote cuando yo tenía dos años y, desde esa época conozco a don Alejandro, pero esta historia, hasta hoy es de mi conocimiento, pero, le he dicho a él, que todo encaja con el comportamiento de mi madre; ya ves nuestro Alejandro, el nombre fue puesto por mi madre a su petición y, me acuerdo cuando ella me enviaba a la barbería con el cuento de que aprendiera ese oficio, no, era para que yo me relacionara con mi verdadero padre biológico. El dice que lo sabía, que siempre supo que era su hijo, pero quien debía decírmelo era mi madre y no él, ya que acarrearía una situación incómoda para mi madre, pero sí, estoy acordándome de que sólo me decía hijo toma, hijo ven, hijo para acá, hijo para cuyá. Sólo me trato de hijo; una vez me llamó y me dijo Alejandro ven a ver y, yo le dije, Porfirio Alejandro me llamo. Le dije eso porque me gustaba que me llamaran con el nombre de mi Pa Porfirio, yo me sentí orgulloso de mi Pa Porfirio; Cuando desapareció ya en Managua, pasamos triste mucho tiempo, me acuerdo que mi mamá casi se muere de pena moral, don Emilio llegaba a consolarla y, una madrugada lo vi salir del aposento de mi mamá, yo le pregunté a mi mamá que hacía don Emilio en su aposento y, ella me respondió; hijo, don Emilio va a ser tu papaíto; yo me quede conforme, ya que también necesitaba un cariño de padre. Estuve de acuerdo con la decisión de mi madre, eso sucedió como a los diez meses que Pa Porfirio desapareció. Hoy cuatro de Septiembre de 1952, a la edad de 31 años, con cuatro hijos ya en mi haber paterno, me doy cuenta quien es mi padre biológico.
Para mi es difícil, tratarlo como mi padre, pero me alegra tener vivo un familiar cercano, ya que fui único hijo. Bueno ahora dan salida a los pacientes hasta de madrugada, nos tenemos que ir con la tierna. Cualquier información sobre nosotros, sólo llegue donde don Toño López en el barrio los Carboneros, ahí le darán nuestra dirección para que nos visite cuando quiera. Por el momento no puedo prometerle llegar a Nagarote, creo que ni me acuerdo ya del pueblo, pero me saluda a la familia, les cuenta del hijo que encontró, para que al menos el día que logre llegar no los tome desprevenidos. Toda mi familia sabe que tú eres mi hijo, lo que no sabíamos era donde encontrarte, saben cómo te llamas, quien es tu madre, de igual manera quien era tu padre de crianza.
Don Alejandro, le llama la recepcionista, en ese momento se despide de su hijo perdido, de la esposa y le da un beso a la colchita que cubría a la niña. Luego se dirige hacia la recepción, donde le informan que a las diez de la mañana será dada de alta doña Andrea con su hijo Cándido Guillermo. En ese instante se acuerda que no tiene un centavo para regresarse, recorre mentalmente el itinerario del tren y del ferrocarril, llega a la conclusión de que a las once de la mañana sale hacia Nagarote el ferrocarril, el cuál es más caro que el tren, aunque  el viaje es de menor tiempo y  cómodo para la parturienta. Señorita usted me puede decir donde encuentro al doctor Elías Coare. Usted es de Nagarote señor, le pregunta la recepcionista, si señorita somos de Nagarote. Yo también soy Nagaroteña, soy hija de Bertilda Rueda. Como, responde Alejandro, Bertilda es mi prima hermana; yo soy hijo de Matilde Rueda, hermana de tío Humberto Rueda y de Adelina Rueda, la mamá de Bertilda. Entonces señor, se encuentra dentro de familia. Tío Humberto no tarda en llegar, siempre me trae desayuno, porque sabe que no me como la comida de hospital, es muy simple y sólo café negro nos dan con un pan más duro que mi conciencia. Realmente que ahora que te estoy observando, te pareces bastante a mi tía Adelina. Don Alejandro, dice mi mamá Bertilda, que soy igualita a su mamá y tío Humberto me llama, Adelinita, por eso a mi primera hija que llegue a tener le voy a llamar Adelina Fran cella.
Las seis de la mañana, la sirena del Cuerpo de Bomberos lo estaba anunciando, en ese momento estaba ansioso esperando la llegada de tío Humberto, quien había estado hacía una semana en Nagarote. De pronto llegó con la comida de la niña, a quien no le había preguntado su nombre, de inmediato le pregunté; como te llaman. Yo soy Bertha Amanda Mendoza Blanco, hija de Bertilda Blanco Rueda, quien es hija de mi abuela Adelina Rueda. A sí, es cierto la Bertilda lleva el apellido Blanco, pero nosotros no queremos acordarnos del que desgració la vida de tía Adelina, ese pendejo la volvió loca. Hay tío Alejandro acuérdese que es mi abuelo. Si mi niña discúlpame. Entonces que pasó Alejandro, que andas haciendo tan de mañana en Managua le dijo Humberto Rueda Aguilar. Buenos días tío Humberto, ya lo esperaba, ella me había informado de que somos familia. Pues fíjese tío Humberto, traje a la Andreita con un parto delicado, ya le están dando de alta, me la tengo que llevar a las once de la mañana en el carril, pero no traje lo suficiente para poder pagar taxi y el pasaje del Ferrocarril. Está bien, yo te voy a dar cinco pesos. Deme los siete tío Humberto, yo se los vengo a dejar la semana que entra. No te preocupes, yo te debo más. Vamos donde la Bertilda para ajustarte los siete. No tío, le dijo Bertha Amanda, yo se los completo, tome los dos córdobas. Hay mi niña fuiste un ángel para mí este día. Tío Alejandro, yo sólo lo conocía por mi madre y mi tío Humberto, lo mencionan a cada rato, ahora ya lo conozco personalmente y eso me satisface. En ese instante una enfermera se acercó y le dijo a Bertha Amanda. Bertita, podés localizar a los familiares de Andrea Coare, él es su hermano respondió Bertha Amanda. Señor su hermana ya está de alta, se la puede llevar. En se instante Andrea estaba saliendo de uno de los pasillos con su niño en brazos, saludó a tío Humberto, el tío Humberto le presentó a Bertha Amanda, ésta le sonrió, y le dijo: Hola tía Andrea, preste le chineo al niño un ratito, que bonito se ve el bandido y como se llamará. Cándido Guillermo Coare. Así se llamaba el abuelo de Marcelino Coare, dijo Humberto. Ve que bandido mi papa, por eso me insistió para que le pusiera ese nombre. Si dijo Alejandro, precisamente hoy cuatro de Septiembre está cumpliendo veinticinco años de haber pasado a mejor vida, murió en el año 1927 a los ochenta y siete años, no ves que mi papá ya tiene ochenta años, es mayor que mi mamá, a ver, mi mamá tiene 62 años, dieciocho años le lleva adelantado. Miren ahí viene Gilbertito dijo Bertha Amanda. Que tal tío Alejandro, hola tía Andrea, veo que lleva un nuevo heredero. Gilberto, ya los conocías a ellos le dice Bertha Amanda en tono enojada. Acaso no me lleva a Nagarote mi tío Humberto a cada rato. A si es cierto. Entonces Gilberto andás en la carcacha. Si en ella ando, yo los puedo ir a dejar al Estacioncita, hay un ferrocarril que sale a las siete de la mañana, en ese nos vamos a Nagarote cada vez que me lleva mi tío Humberto. Pues andando le dice  Humberto Rueda. Gracias mi niña, la próxima vez que venga a Managua te traeré quesillo en trenza. Hay tío Alejandro que rico, lo esperaré, a mi me encanta el quesillo; tío Humberto nos trae cada vez que viene de Nagarote. Adiós tía Andrea, cuide al niño. Gracias hija, no vemos. Gilberto Mendoza Blanco, los llevó a la Estacioncita, justo en el momento que estaban sonando las campanas del Estación, anunciando la llegada del Ferrocarril rumbo a Corinto. Compraron los boletos, llegó el ferrocarril y tomaron lugar a orillas de la ventana del lado derecho, para poder ir apreciando el Lago de Managua, a orillas del cual hace el recorrido de los 42 kilómetros el ferrocarril. Partió el viaje hacia Nagarote, en el primer kilometro Alejandro compró café de leche con cosa de horno, el café iba caliente. Alejandro le dijo Andrea, a mi sólo cómprame cosa de horno, puedo quemar el niño con ese café, mira que está hirviendo. Está bien, quieres perrerreque o de las hojaldras, no dame pancito de arroz. Joven a como lleva el pancito de arroz, a veinticinco centavos señor, deme seis por favor, tome 1.50 por los pancito y 50 centavo por el café, 2 córdobas. Gracias señor. Se comieron los pancitos en un santiamén, llegaron a Mateare, arrancó de nuevo el tranvía siguiendo su ruta, pasaron Boquerón y al llegar a Lemuria, se le atravesó una baca al ferrocarril, fue un golpe duró el que se escucho, de pronto el ferrocarril detuvo su marcha, se bajó el maquinista, inspeccionó el tranvía en su parte delantera, vio el golpe, se volvió a montar y arrancó con destino a la estación de Nagarote, llegó exactamente a las siete y cincuenta y dos minutos de la mañana. Alejandro ayudó a bajarse a Andrea, luego se dirigieron a pié hacia su casa, que distaba unas siete cuadras hacia el Sur.
En Managua había quedado la incertidumbre del viaje de regreso, Alejandro cuando llegó a la casa, le contó a su mamá que había estado con tío Humberto, Gilbertito y Bertha Amanda, hija de Bertilda Blanco Rueda, tuvimos una gran suerte, ella era la recepcionista del Hospital y desde que llegamos sin saber quiénes éramos nos recibió con una gran sonrisa, luego se dio cuenta, de que éramos parte de su familia y se puso muy alegre de habernos conocido. Ese chavalo nació con una dicha tremenda, nació el mismo día que mi nieta Julita. En el Hospital encontramos al hijo de la Julia Arrechavala y le tuve que decir que era mi hijo biológico, al menos ya salí de ese secreto que no lo debía seguir guardando. Pero lo interesante es que al niño en la madrugada se lo estuvieron aventando entre los médicos y aventándolo para arriba, ya que le hacía falta aire en los pulmones o en el cerebro, no sé, pero era falta de aire; y como estaba descompuesta la máquina de respiración artificial, le hicieron esa terapia de movimiento brusco, a efecto de que acelerarle el ritmo de la respiración y, lo lograron; no creo que este chavalo pueda tener luego problemas del corazón.
A eso de las cinco de la tarde del cuatro de Septiembre, llegó a visitar a Andrea, doña Emelina, la partera más buscada del pueblo he ahí la conversación: Ideay Andreita como te fue. Doña Emelina, pues fíjese que en cuanto me ingresaron se me acercó una doctora muy joven, me preguntó cuál era mi cuadro clínico, yo le entendí y le dije, que usted me había dicho que el niño no podía salir ya que venía de nalga. La Doctora se puso a reír y me preguntó, cuál era mi fecha del parto, yo le dije que en este mes era mi fecha, que el doctor Raúl Vargas  me lo había dicho y, que los dolores me iniciaron como a las tres de la tarde de ayer, que la llamamos a usted y que fue usted quien nos había dicho que el parto estaba difícil, que mejor me viniera para el hospital y aquí estoy. Todavía siente los dolores. No aguanto doctora, son muy fuertes. En eso llamó a una enfermera y le dijo. Preparen la cama 5 y me la preparan a ella, ya llego. La enfermera no preparó nada, me mando a quitarme el vestido, me puso la bata de hospital y me dijo, acuéstese. Acostándome yo, y llegó la doctora con otro doctor. Me tomaron de los pies,  y los encajaron abiertos en dos colgaderos. Yo sentí que se me desgarraba el de hacer chavalos. Si le dice el doctor varón, yo lo empujaré hacia dentro y tú le guillas los pies al niño. El doctor empujó el feto hacia dentro y la doctora le guiñó los piecitos y, le dijo ya doctor suéltelo. Yo sentía que me desmayaba. Tal parece que la doctora le dejó los piecitos de fuera, luego me movieron el cuerpo y me dijeron, puje señora, puje que ya está saliendo. El médico en ese momento le dijo a la doctora, guíñalo de una vez por todas. En ese momento sentí que se me abría la vida y de pronto el grito del chavalo. Qué alivio, sentí un gran alivio. Se llevaron el niño, pero como yo estaba surumba, no pregunté, al rato llegó la enfermera y le pregunté por mi hijo y, me dijo: Cálmese señora que el mayor susto ya pasó, ahorita le están haciendo terapias respiratorias, tal parece que la posición que traía, le presionaba mucho su cuerpecito y, la respiración es muy débil. Hay señorita, que se haga la voluntad de Dios. Regáleme agua, no aguanto la sed. No señora  me dijo, espere unos minutos que venga la doctora y le consultaré a ella, tenga paciencia su hijo está bien, son cosas normales en estos partos. Como a los quince minutos o veinte, llegaron con el niño. Señora me preguntó la doctora, usted padece del corazón. No señora, nunca he sentido el corazón con anormalidad, siempre sus latidos normales, no me canso ni me da taquicardia nunca. Señora realmente su hijo venía Cubito Prono. Yo me dije, hay Dios mío y, cual será esa enfermedad. Doctora le dije, por favor dele medicamentos, póngale una inyección. Y para que señora me respondió la doctora. Pues para que se cure de esa enfermedad. Cual enfermedad. La que usted me acaba de decir. Usted está delirando, enfermera tómele la temperatura. La enfermera me puso el termómetro. Aproveché y le dije. Señorita usted oyó de la enfermedad que dijo la doctora, por favor explíqueme. Señora la doctora lo que le dijo es que el niño venía con el culito para arriba. Hay Dios santo, gracias por ayudarme, en ese momento le ofrecí al señor, sacarlo de Luz todos los lunes Santo, en la procesión de San Martín de Porras. Así que aquí estoy con el cipote. Por suerte niña no le afectó en nada al chavalo. Ese jodido va a ser todo un guerrero.
Ese día el chavalo de la Andreita ni lloró, sólo pegado a la teta quería estar, quince días a punta de la leche de la mamá. Precisamente a los quince días, se le secó la leche a la Andrea y, eso que tomaba tibio todos los días. Doña Matilde a darse cuenta de tal desgracia materna, mando a buscar una botella de Chica Rica. Alejandro mantenía varias vacías, le lavaron tres botellas con agua hervida, mandaron a comprar una chupeta donde don Julio Herrera, con una tijera de barbería le hicieron el hoyito en la punta de la chupeta, cocieron cebada, la enfriaron y a las dos de la tarde del diecinueve de Septiembre del año 1952, Cándido Guillermo Coare, estaba probando su primera pacha, en una botella de Chica Rica, ese día el chavalo se puso panzón. No le des mucha cebada le decía la Melania, quien estaba con la gran barriga a punto de parir su segundo Chavalo, ella era la esposa de Orlando Coare  y a la vez cuñada de Andrea. La cebada mucho empanza, dale poquito. Exactamente el 4 de Octubre, cayendo un pencazo de agua, con una tormenta que daba miedo, (le llaman el Cordonazo de San Francisco), estaba naciendo el hijo de Melania Fernández y de Orlando Coare, a quién le pusieron por nombre Marcelino Coare. Dos tiernos en la casa de los Coare, aunque no vivian juntos, los separaba una pieza, pero compartían el mismo patio abierto, en esa época la gente acortaba camino y se cruzaba por los patios abiertos, casi todos los patios esquineros tenían un caminito ya hecho, lugar por donde era costumbre que pasara todo ciudadano para acortar camino y poder salir a media cuadra de la siguiente calle. Marcelino estaba naciendo a las 4 pm, precisamente a esa hora y bajo el palo de agua y tormenta, a un mes de nacido, Cándido Guillermo tuvo su primera calentura. En el pueblo no existía Centro de Salud, pero llegaban médicos de León a establecerse, debido a que León se estaba saturando de médicos; así llegó a Nagarote un gran hombre, médico de profesión, Raúl Vargas Pérez, quien contrajo nupcias con una joven del pueblo Alicia Aguilar. El doctor Vargas y doña Alicia ya tenían dos hijos Raulito y Francisco y por nacer otro hijo en esa época. El niño hasta temblaba de la calentura. Andrea sin reales y sin centro de salud, se enrumbó hacia donde el doctor Vargas, a quién le dijo: Doctor, tengo un hijo que está temblando de calentura, no tengo dinero para pagarle su consulta, pero necesito que vaya a vérmelo doctor, no lo pude traer por esta agua. No te preocupes Andreita, ya preparo el maletín y llego a ver al niño. Ve a la casa y calienta agua que yo ya llego. A las 4 ½ de la tarde estaba llegando el doctor bajo aquel aguacero y tormenta. Buenas tardes doña Matilde y el niño de Andreita donde lo encuentro. Buenas tardes doctor Vargas, pase por favor. El doctor hizo a un lado la cortina de tela que colgaba de un palo, simulando una puerta e ingresó a un cuarto cubierto en su alrededor por un biombo hecho de papel craf y reglas y encontró al niño en una tijera pequeña construida de sacos y marco de madera (marco de tijera), Andrea estaba a su orilla sentada en un banco. Calentastes el agua, le preguntó el doctor, si, la traigo. Por favor en una panita. El doctor se lavo las manos, las secó y le puso los cuatro dedos de su mano derecha en la frente del niño. Hombre jobero, está ardiendo este cipote. Le levanto los parpados para verificar el color de la retina y sus alrededores, tomó de su maletín una especie de servilleta, se la colocó en la boquita hacia la nariz, observo que la servilleta se movía a orillas de la nariz y en el centro de la boca, se dijo, la respiración está bien. Preguntó, que le has dado de comer. Hay doctor todavía no come, sólo cebada le doy, algunas veces, consigo un poquito de leche de baca y, ese día le doy leche cosida. Este niño ha de tener una infeccioncita en el estomago. Le voy a bajar la calentura con esta inyección, luego le voy a dar tomado este remedio, fíjate bien en esta copita de plástico que te voy a dejar, hechas de este remedio hasta el número uno de la copita, luego se la estás dando de a poquito, se la colocas en sus labios, levantadita, para que el liquido moje los labios del niños, el va chupar el liquido porque es dulce y, así se lo das hasta que termine su contenido durante cinco días. Si le da calentura fuerte, ponle faumentos de agua normal en su frente con un trapito limpio, lo frotas con este vaporrus, se llama así porque fue inventado en Rusia, significa Vapor Ruso. Le frotas el pechito y la parte de la garganta, un poquito te lo untas en las manos y, luego le pasas la mano por el pecho, como limpiándote en el niño. Bueno ya está bajando la calentura y, ya bajo la lluvia y la tormenta, me voy, cualquier cosa me lo llevas, hay que cuidar a los niños, cuida que sus hermanitos no metan sus deditos en la boca de niño. Por el pago no te preocupes, cuida la medicina y dásela a cómo te dije. Nos vemos, pasen muy buenas tardes. Adiós doctor Vargas, gracias por venir y por todo lo demás.
Al salir se topó con doña Emelina, la partera del pueblo, no me diga doña Emelina que ha venido al mundo otro niño, si doctor al otro lado de donde estaba usted, es hijo de Chimino, salió sanito y sin problemas. Qué bien doña Emelina, saludos. Adiós doctor, me avisa el día que dé otro curso sobre atención de partos, me gustó el del otro día, lo que no me gustó fue la propuesta de Idalia Mantilla de emborrachar primero a la parturiente para que te ayude con el parto. Ja ja ja ja ja, yo le aviso doña Emelina, me saluda a Carlos. Al doblar la esquina y enrumbarse hacia su casa, que estaba a media cuadra hacia el Norte, Frente a la comidería de doña Juana Pérez, lo estaba esperando guareciéndose en la barbería don Pedro Lezama Linarte, un finquero que le daba trabajo a no menos de siete campesinos, era un finquero medio, que producía leche, trigo, maíz y pitahaya. Doctor le dijo, estoy a su espera, ando en esa carreta bien guarecida a mi esposa enferma; la carreta estaba cubierta todita con una carpa gruesa de un material impermeable donde el agua no intentaba escurrirse porque le era imposible. El doctor de inmediato le dijo, llevémosla a la clínica, sígame. Al llegar a la clínica la bajaron en una camilla que el doctor facilitó, la taparon con otra carpa para que su cuerpo no se mojara, la ingresaron y la acostó en la cama de madera del consultorio. El doctor inicio su examen táctil, al llegar al abdomen la señora gimió fuerte, en eso le dice don Pedro, ahí está el mal doctor, es en la barriga. Y desde cuando esta así. Desde hace un mes, pero ella nos decía que no era nada, que era un retorcijón, se tomaba una cucharada de Leche de Magnesia y nos decía que se le calmaba e dolor, pero en los últimos cinco días el dolor ha sido permanente y hoy amaneció muy mal, le salen unos mal aires hediondos doctor. El doctor volvió a ver a la paciente y le dijo. Doña Susana aguanta usted una purgada. Doctor si eso me va a curar está bien doctor la aguanto. Inmediatamente el doctor sacó un purgante, lo vació en un vaso, siéntese doña Susana, ahora tómese el purgante, suspenda un ratito la respiración en el momento que se le está tomando, hágalo rápido y no escupa, tráguese la saliva. De inmediato, una vez tomado el purgante el doctor le dijo a don Pedro, móntela rápido, llévesela directo a su casa, en veinte minutos la lleva al servicio y adiós malestar. Ella está intoxicada, por eso hay que purgarse unas dos veces al año don Pedro, siempre es bueno mantener el estomago limpio. Doctor le dice don Pedro, usted me puede vender unos cinco frascos de esos que le dio de tomar a mi mujer. Pero para que quiere tanto don Pedro, esos tienen vencimiento, no los puede guardar. No doctor es que tenemos cuatro hijos y yo cinco, a partir de mañana nos purgamos nosotros un día cada uno, porque si lo hacemos el mismo día vamos a hacer fila y, es mejor evitarla por aquello de la prisa. Está bien don Pedro, si es así, le venderé los cinco frascos. Vea doctor cuanto le debo. Veinticinco córdobas don Pedro. Tome doctor en moneda se los traigo y completitos están en ese costalito; en unas horitas le mandaré una leche agria, una cuajadita y unas cosa de horno que nos hace la Liberata. Muchas Gracias doctor. Pedro le dice doña Susana, regálale al doctor una de las cabezas de guineítos que ya están pintas. A esta bien Susana, junto vendrá todo en unos momentos. Gracias doctor le dijo doña Susana. Adiós señora, que Dios me la acompañe.
Llegaron a la casa en unos siete minutos, se bajó doña Susana solita de la carreta. Los mozos asustados, ese doctor es un mago, doña Susana se siente bien, preguntó Anselmo, quítate del camino que voy para el excusado. Logró llegar doña Susana, pero a los quince minutos salió con una sonrisa de oreja a oreja, claro se había destapiado todita, sus poros ya absorbían más oxigeno, su barriga estaba pachita, se sentía muy ágil. Aunque todavía regreso al excusado unas tres veces más, pero lo hacía con alegría. Su marido don Pedro, llamó a sus hijos dos varones y dos mujeres, les contó lo del purgante y, al final les dijo: Lo de su mamá que nos sirva de ejemplo, hay que prevenir las enfermedades, nos vamos a tomar un purgante. Las niñas Susanita y Lucrecia, inmediatamente le dijeron a su padre. Yo no me tomaré ese purgante, ni yo tampoco dijo la otra. Pedro Tomás el hijo mayor, dijo: padre lo que sea para bien de mi salud bienvenido sea. Así me gusta mi hijo y, vos Roberto José que decís, dijo don Pedro. Si yo no me lo tomo, quien aguanta a Pedro Tomás diciéndome “Adiós Mariquita linda “pásemelo que ya me lo voy a tomar. Tampoco así, acuérdense que ustedes son la fortaleza de la finca, deben de tomarse este purgante, un día de menos trabajo, porque el domingo es sagrado para ustedes por el beisbol. Pedro Tomás tenía 17 años, Roberto José 16, 15 años Susanita y 14 años Lucrecia Dolores, exactamente doce meses los separaba en el tiempo entre ellos. Al final del cuento del purgante, Susanita y Lucrecia, no se lo tomaron. Consideraron inadecuado que una joven estuviese con diarrea provocada por ellas misma, si la naturaleza alimenticia la provocaba, había que asumirla, pero provocársela les era inconcebible.
A la casa de Don Pedro un sábado por la tarde del veinte de Noviembre de 1952, se apareció un vendedor preguntando por don Pedro. Al encuentro de aquella persona, salió Pedro Tomás, le dijo: En que podemos servirle. Tu eres hijo de don Pedro le espetó el vendedor, así es respondió Pedro Tomás. Vuelve a ver a orilla de la cerca de la calle, o vamos a verla. Pedro Tomás diviso un vehículo, ensimismado lo acompañó hacia la calle, el hombre le mostró una camioneta de una cabina semi nueva, esa sería la primer camioneta del pueblo, porque en el pueblo sólo transitaban carretas y habían dos vehículos. La chemí, que era una camioneta que le habían adaptado unas bancas y hacía viajes hacia la capital y un Jepp algo viejito que andaba Ramón Cruz, porque el otro Jepp, únicamente llegaba los sábados y domingo y, era propiedad de los Delgados, quienes tenían una finca llamada San Pedro en la comarca la Chilama. Pedro Tomás quedó admirado por la camioneta, con una sonrisa de oreja a oreja salió corriendo a traer a su padre y a su otro hermano, porque él sabía que Roberto José le haría upa con el papa para que comprara el vehículo. Al llegar los tres a la calle, vieron llegar corriendo detrás de ellos a los niñas, quienes sin decir una palabra, se montaron a la tina de la camioneta, el vendedor, les abrió la puerta del chofer y del pasajero a don Pedro. Bueno dice don Pedro y, esto como es. Señor esto le cuesta únicamente mil córdobas, (hay que ver 1,000 C$ en ese tiempo), para esa época e dólar se cotizaba al 7 x 1, esto son aproximadamente 143 dólares. La manzana de tierra costaba mil córdobas. Don Pedro calculó el precio por el valor de su propiedad y se dijo: tengo 100 manzanas, mi vecino don Cástulo Rodríguez, vendió a mil córdobas la manzana hace unos días, eso significa, que yo estaría vendiendo una Manzana de la finca al comprar este chunche. Volvió la vista hacia su hijo mayor y le miró un rostro tan alegre y entusiasmado que no se atrevió a decirle nada, se fijo en su otro hijo y, este ya estaba en el asiento del timón simulando que manejaba, sus hijas ni digamos, bien sentaditas en la tina de la camioneta, en eso se acercó doña Susana y le dice: Pedro, no creas que es chiche ir enferma en una carreta, sentir aquel burun, burun, burun, es como si te fuesen cargando de los hombros un renco a un lado y el otra renco al otro lado, te dan ganas de vomitar, la calentura se te sube más. Si hubiésemos tenido una camioneta, aunque un poco viejita como esta, creo que me hubiese curado antes de llegar donde el médico. Vos estas peor que los chavalos, hasta que brincan de alegría para que compre esta chochada. De todas maneras nadie sabe manejar esta cosa, mientras que la carreta hasta con los bueyes dormidos llegamos a nuestro destino. En ese momento el vendedor que se llamaba Norgen Fonseca, un tipo avispado, bisnero, tramposo, aprovecho la situación familiar y le dijo: No se preocupe don Pedro, que si usted me da donde dormir durante una semana, yo le enseño a sus dos hijos a manejar dicho vehículo. Para esa época no existía carretera por estos lados y era un sueño pensar en ella, hacia Managua se iba en Tren; la carretera era una trocha, donde un vehículo duraba para recorrer un kilometro, diez minutos. Eso significaba que dicho vehículo era exclusivo para viajar de la finca al pueblo y, ésta distaba a dos kilómetros hacia el Este del pueblo, la finca se llamaba “El Mangal”. En ese instante Don Pedro pensó inmediatamente. “Ve que zángano este vendedor, nada quiere, que le dé de comer durante una semana, en esa semana me solivianta a mi chavala y, es hasta capaz de robármela”. Desgraciadamente no tenemos lugar para usted señor en esta finca. Inmediatamente la niña mayor Susanita, le dice. Como no papá, que duerma en la troja. Pero hija ese lugar es muy helado. No se preocupe don Pedro, acepto dormir en la troja y, por comida no se preocupe, que yo me defiendo con las frutas y, aquí abundan. En ese momento doña Susana, le dice. Señor, si usted se compromete a no insinuársele a las niñas, sea usted bien venido. Señora yo le prometo a usted que jamás se me ocurriría hacer tal cosa, ellas son todavía unas niñas. En ese momento a Susanita no le gustó tal epíteto y frunció el seño. Los hermanos mayores se volvieron a ver y uno de ellos se sonrió y, al ver la sonrisa la hermana menor le dijo. Y de que te reís vos carebuey; ya van a pelear les dijo doña Susana, en este caso es mejor no comprar nada. Noooooo dijeron los hijos casi al unísono. Bien dice don Pedro, caballero le compro la camioneta, pero le daré el dinero dentro de una semana, una vez que mis hijos hayan aprendido a manejarla y, si yo alcanzo a aprender mejor; Ahora vaya con los niños al pueblo por combustible, llene ese tanque, para que aprendamos durante la semana. El primer viaje de la camioneta hacia el pueblo con los hijos de don Pedro y doña Susana se realizó con chofer. El vendedor manejando llegó al pueblo con la familia Lezama, los vecinos se asomaban para ver pasar el vehículo, los Lezama fachendosos en su camioneta.
En la casa de los Coares llega Navidad, doña Matilde ha colocado en la salita de la casa que alquilan a don Virgilio Corrales un arbolito sintético, que asemeja un pino enano, de dicho arbolito cuelgan pelotitas hecha de papelillo de colores. Los niños esperan sus juguetes, ven pasar a otros niños hacia el parque a jugar con sus juguetes nuevos que les trajo de regalo el niño Dios. A eso de las ocho de la noche a las mujercitas se les dijo que fueran a buscar a su tijerita lo que les había traído el niño Dios. Las niñas salieron corriendo, cada una encontró una muñequita de trapo, de trenzas largas y las grandes piernas que le bailoteaban para todos lados, ellas se pusieron felices, alegres con su regalo del niño Dios. Son esos momentos donde yo me ponía a reflexionar sobre la desigualdad en los seres humanos, mi pregunta era si “la pobreza era condición divina o realmente era una condición impuesta por nosotros mismos los humanos”. Llegue a la conclusión que es impuesta por los humanos. A las once de la noche Andrea Coare, llamó a su mamá; yo escuche el llamado, mi madre llegó y le preguntó qué pasa, mama parece que el niño esta grave, se está poniendo muy caliente; este cipote jodido salió muy enfermoso, haber bañémoslo, doña Matilde trajo un medio barril, tomó al niño Cándido Guillermo y le dejó caer una panada de agua fría, el cipote pegó un grito, quizás del susto de sentir el agua fría. En ese instante desde la barbería le dije a mi mamá Matilde, cuidado se le va agua en la boca, que se puede ahogar, no, si lo tengo volteado respondió doña Matilde, hay mama le va a ser daño a este chavalo le dijo Andrea; que jodes vos, para que me llamas, quítate déjame hacer a mí el trabajo, yo le voy a bajar la calentura a Marcelinito, no mama, Marcelino es el de Orlando este es Cándido Guillermo, que nombre más feo le escogiste, Cándido, cuando se bautice le vamos a cambiar de nombre, hay que ponerle Heberto Guillermo. Mira Andrea, ya tiene tres meses, es muy enfermoso, bauticémoslo mañana 25, día del niño Dios, este chavalo se te puede morir, es mejor que se vaya bautizado, mañana mismo en sólo la mañana te lo llevas a la Iglesia, que la Olga de la Olimpia sea su madrina, vas primero a la casa cural, ahí hay que inscribirlo y, le pones Heberto Guillermo Coare, pero mama si ya lo inscribí y se llama Cándido Guillermo, cámbiale ese Cándido en la Iglesia, ten juicio  y hace caso. Yo voy a llamar a la Olga muy de mañana para que te acompañe y ella sea la madrina del cipote. Amaneció el 25 de Diciembre del año 1952, el niño Cándido Guillermo fue llevado a casa Cural, hablaron con el Padre Miguel Guevara y, este no puso objeción y se inscribió en la Iglesia como Heberto Guillermo Coare. A las diez de la mañana concluyeron los bautizos, y por Llegar de último, el hijo de Andrea fue precisamente el último en ser bautizado. Al momento de llevarlo a la pila bautismal el cipote orino a la madrina, quien se torno colorado su rostro al verse mojado su vestido por el orín del ahijado, no le puso mucha mente y, le colocó la cabecita del niño, con la cara viendo el agua bendita, en el instante que el padre Miguel Guevara, quien se la daba de arrecho y en calidad de Capellán de la Guardia de Somoza se consideraba el todopoderoso. Como se llama le preguntó a la madrina. Olga, le respondió nerviosa la joven, yo no le pregunto por su nombre, deme el nombre del chigüín. Heberto Guillermo Coare, ¿Qué es este niño de Marcelino Coare?, nieto, le contesta la madrina, entonces este jodido será conservador, en el momento que le deja ir la pana de agua, la madrina nerviosa no se acordó que a lo inmediato tenía que pasarle la mano por el rostro del niño, para que el agua no se le introdujera en sus ojitos o en su boca, y el chavalo pataleaba por que el agua casi lo estaba ahogando, su mamá se da cuenta toma al niño y le chupa la nariz para sacarle el agua que no lo dejaba respirar, por fin el chavalo se aquietó y, pegó un grito de dolor, la madrina le decía “ cállese mi niño” cállese mi niño” “ya pasó”. El padre continúo con el rito de bautismo, colocó aceite en la frente de todos los niños y un pañuelo blanco por la frente de cada niño, al final dijo: Bueno señores ya estos niños ingresaron a la Iglesia, las madrinas y padrinos son las responsables de velar de que cada ahijado viva la fe a como corresponde por la Santa Madre Iglesia, este es su primer sacramento, su iniciación en la viña del señor.  De la Iglesia salió con el nombre cambiado, mi mama Matilde no quiso que le llamaran Cándido y obligó a que se lo cambiaran por Heberto.
Susanita Lezama durante el viaje, no le despegaba la vista al vendedor de vehículo, por el retrovisor del chofer lo volvía a ver y este se dio cuenta de a inquietud de la niña. Digo niña por que el vendedor Norgen Fonseca ya rizaba los treinta años en su cabello, pero el jodido era bien parecido, elegante, vestía zapatos blancos, pantalón negro y camisa celeste, se embadurnaba el cabello de Brillantina Yale y ya había tenido su primera mujer, aunque hijos no se le conocían, vivía en la Paz Centro un pueblito cercano a Nagarote. Desde ese momento no dejó de revisar por el retrovisor a la niña Susanita. Llegaron a la pulpería de Julio Herrera y doña Susana que iba adelante, le entregó dinero a su hijo mayor para que se bajara a comprar tres galones de Diesel. Doña Susana, le dice el vendedor de autos, compre cinco galones porque hasta don señor va querer aprender a manejar. Está bien dice doña Susana. El vendedor chofer se bajo, por que había que meter una manguera en un barril, chupar la manguera, para que el diesel pudiese salir y llenar un balde que tenían como medida para los cinco galones, llenaron el balde y luego lo trasegaron al tanque de la camioneta de igual manera, chupando la manguera, feliz estaba el chofer, porque esa chupada de la manguera lo ponía eléctrico, era como se había echado unos traguitos de guaro lija. Se regresaron a la finca, ya en la finca don Pedro  llamó al vendedor y lo llevó al lugar donde iba a dormir, y le dijo: para bañarse debes de hacerlo muy de mañana en la quebrada, ya que a esa hora las niñas están dormidas y para hacer tus necesidades fisiológicas busca el monto, lejos de aquí, este escusado sólo lo usan las mujeres. Está bien don Pedro no se preocupe que yo soy hombre de la vida. Bueno hombre ya que vas a estar aquí en estos días es necesario que me digas, donde vives, quienes son tus padres. Vea don Pedro de nada sirve, usted no los conoce a mis padres, soy de la Paz Centro, mi papá es Carlos Fonseca, tejero y, mi mamá es Mácula Gómez, ama de casa, y vivo en el primer tejar si usted viene de Momotombo y, en el último si usted sale hacia momotombo de la Paz Centro. Cuantos hermanos tenés; somos catorce hermanos, todos con la misma coyunda y del mismo guacal. Yo soy el mayor de ellos, soy un hombre soltero, nadie me ha dicho que me tiene hijo, pero he hecho el amor con más de cien mujeres. Pues aquí, sólo yendo al pueblo a la cantina del México o donde Tomas Bochinche lo podes hacer, porque si te encuentro con alguna de mis yeguas o alguna baca, te saco de la finca. No se preocupe don Pedro que me portaré como usted merece. En ese momento, se acercó Pedro hijo y le dijo, Vendedor enséñame a manejar ya, está bien vamos. Se dirigieron a la camioneta y todos los de la casa dirigieron la mirada de la primera clase. Norgen, le dio a conocer los nombres de las partes del vehículo. La palanca de los cambios, el breque, el cloche, el acelerador, el breque de emergencia, e inicio la clase, encendiendo y apagando la camioneta, luego le enseño a arrancar en primera y a detenerse inmediatamente, luego como retroceder y detenerse. Toda la clase de manejo fue a orillas de la casa hacienda. Una hora después concluyó la primera lección, inmediatamente pasó a la clase de manejo Roberto José, luego don Pedro, Susanita pasó a la práctica de manejo casi a las siete de la noche, ahí aprovechó Norgen y en una de las clases, le rosó la pierna a Susanita y, está se sonrojó y se puso a reír, aquel sinvergüenza, se hizo el apenado y pidió perdón, Susanita en su ingenuidad y coquetería, le dijo, para que estemos en paz, yo le toco la pierna a usted y estamos pagados. Aquel infeliz, encantado de la solución de Susanita aceptó el trato, no sin antes decirle, esto no se le cuente a nadie verdad. Ni quiera Dios le dice Susanita, me mata mi papá. Ya no se miraba nada por la oscuridad de la noche que había llegado y, los llamaron a cenar. La cena no se hace en la mesa principal, en la mesa sólo comen las mujeres y don Pedro, los hombres comen en los corredores de la casa hacienda, o sentados en cualquier lugar que mejor les apetezca. Así pasó una semana entre trabajando y aprendiendo a manejar, las niñas aprendían mientras los hombres trabajaban y los hombres después de descansar de su fajina iban a la práctica de manejo. Esa semana fue suficiente para que los Lezama aprendieran a manejar despacio la camioneta. Lo más rápido fue que Susanita se enamoró perdidamente del sinvergüenza de Norgen. Don Pedro le pagó su dinero el sábado por la tarde, ya el domingo tenía que salir de la finca. Así lo hizo, pero se llevó de huida a Susanita a quien el desgraciado ya le había hecho el amor el viernes anterior, aprovechando la clase de manejo y la salida al trabajo de los varones. Se durmió en sus laureles don Pedro, quién juró que lo mataba, al momento de encontrarlo.
Ese domingo, después de estar seguros de la huida de Susanita con el desvalido de Norgen Fonseca, don Pedro llamó a sus hijos varones, y les dijo, hoy no van a ir a jugar beisbol, vamos a ir a caballo a la Paz Centro, no sin antes pasar investigando por Nagarote si alguien vio a Susanita. A eso de las ocho de la mañana, enrumbaron hacia el pueblo, divisaron las pisadas de los dos. Roberto José bajó del Caballo, llamó a sus dos perros garroberos y los puso a oler las pisadas descubiertas, estos olían y olían las pisadas. Soltalos le gritó don Pedro; Roberto José de inmediato soltó sus dos perros y les grito: vamos comelón síguelos, vamos brincador síguelos. Aquellos perros, salieron raudos tras la huellas, y los caballos se les pegaron detrás, al llegar a la primera calle del pueblo, los perros se detuvieron y, lo hicieron debido a que esa primera calle llevaba a tres calles más, y el bandido de Norgen había previsto la búsqueda con los perros.  Claro al llegar a esa entrada primero caminaron sobre las tres calles, se regresaban y al final tomaron una calle descalzos, eso permitió que los perros les perdieran las pistas de la huellas de los zapatos. Aquí nos bajamos les dijo don Pedro, señalándoles los ranchitos a cada uno de sus hijos donde iban a preguntar por su hermana, él se dirigió hacia el rancho de su amigo Hermenegildo Zapata, quién tenía un hijo de nombre Hermenegildo, amigo también de sus hijos, jugador de beisbol, pero tenía algo especial para don Pedro, él había notado mucho interés del muchacho en su hija Susanita y, quiso aprovechar esa oportunidad para solicitarle su ayuda en la búsqueda de su hija. Llegó y les contó el cuento como secuestro, que su hija va a la fuerza, que fue un maleficio con un puro, que el fulano secuestrador le debió a ver lanzado tres bocanadas de humo al rostro de su hija y, ésta se mareo, luego mareada su hija, la tomó del brazo y se la lleva casi de arrastra, todas las huellas que encontramos se divisa que ella va arrastrando sus piecitos.  El Joven que estaba escuchando con su padre a don Pedro le dijo. Eso fue anoche don Pedro. Si mi hijo todo parece que fue a esos de las diez de la noche. Pero que estaba haciendo Susanita a las diez de la noche despierta junto a un desconocido preguntó Hermenegildo hijo. En ese momento Pedro hijo, llamó a su papá, venga rápido. Dice don Eleuterio Blanco, que anoche, a esos de las doce de la noche, vio pasar a dos personas, un hombre y a una mujer y, que parece que estaban perdidos, ya que se iban por una calle y luego se regresaban, cogían para la otra y luego se regresaban, luego el hombre chineo a la mujer y siguió el camino de la derecha rumbo a la finca Santa Ana, de seguro de que esas dos personas están en esa finca dice don Eleuterio. Hombre carajo, a esa finca no puedo llegar, mucho menos ustedes. Mi hermano mayor en una discusión le descargó los tiros de su pistola al dueño de esa finca, de nombre Matías Contreras, a los dos años de ese suceso, un hijo de Matías, en el camino rumbo a la Chilama mató a mi hermano y a mi papa. Roberto José no había nacido, y vos tenías casi un año, el hechor huyó de estos lados, pero quedaron viviendo los hermanos menores con su madre, esos muchachos ya deben de ser hombres mayores de treinta años. Don Pedro, interrumpió Hermenegildo hijo, yo conozco muy bien esa finca, he sido enrejador y campista de los Contreras, también escuche esa tragedia, pero esos hombres nunca hablan de venganza, todos ya tienen sus mujeres con hijos, no salen nunca a fiestas y, ese hermano mayor del que usted habla, llega casi todos los años para las navidades, dicen que vive en la Paz Centro, siempre llega en un caballo alazán negro, camina dos pistolas al cinto y una biblia en un bolso colgado de su hombro derecho. Pedrito, llamó a Roberto José y le preguntó, donde dijo que vivía el vendedor. En la Paz Centro, respondió Roberto José, ahí está papá, el vendedor conoce a esa familia, ya sabía de esos hechos y, como sabe que ahí no podemos llegar, se la llevó a Susanita para esa finca. Don Pedro lanzó una mirada hacia arriba de los árboles, se pasó la mano por su rostro, como limpiándose el sudor de la cara y dijo. Este maldito nos robó, la camioneta que nos vendió debe de ser robada, él no se llama con ese nombre, nos dio como su nombre el que estaba en la circulación de la camioneta para podernos robar y todavía nos roba a Susanita, vamos a la Garita de la Guardia a poner del conocimiento de la autoridad, lo que nos está sucediendo antes de que se nos haga más largo este asunto. Don Pedro y sus hijos se montaron en sus caballos y, se dirigieron a la garita de la guardia, ahí encontraron a un guardia amigo de don Pedro, quien lo saludó cariñosamente, palmáceo la espalda de los jóvenes, y dijo. Ya son hombres sus hijos don Pedro, si Mercedes, los años pasan rápido, y los tuyos ya deben de estar de esa edad, que va don Pedro, solo una hija mujer me tuvieron, ella ya tiene tres cipotes, bueno al menos ya eres abuelo, estos mío todavía están celeques. Que te trae por aquí, no me digas que te robaron el ganado; no Mercho, me están sucediendo cosas peores. Mercedes López se extrañó un poco por la congoja en que hablaba don Pedro. Para que soy bueno don Pedro, usted me dice en que le puedo ayudar, en estos momentos yo estoy a cargo de la Garita, el jefe se fue a visitar a su familia y, como va a caballo se tarda sus días, imagínese que viaja hasta Malpaisillo, de todas maneras ya él en Malpaisillo, lo puedo llamar por telégrafo, nosotros tenemos comunicación con todas las Garitas. Está bien Mercho, hace una semana llegó un tipo a mi hacienda, me vendió una camioneta y a la semana que le pagué, me robo a mi hija mayor, la raptó, ella tiene quince años, pero también presiento que la camioneta que me vendió sea robada, por eso vengo a la Garita, a poner la denuncia del rapto de mi hija y a informar que al sujeto que se robó a mi hija le compré una Camioneta, de la cual aquí traigo su circulación. Muy bien don Pedro, permítame levantar la denuncia. Mercedes, tomo un cuaderno de denuncias de la Garita, levantó un acta con fecha 28 de Noviembre de 1952, las diez de la mañana. Firmó don Pedro la denuncia en el momento que Mercedes le dice. Esperece un poco que ya voy a averiguar lo del carro, luego hablamos sobre su hija. Mercedes se introdujo a un cuarto de la Garita, y se comenzó a oír un ruido como que tal le están dando vuelta a una fragua. León, León habla Nagarote; adelante Nagarote te escucho. Te voy a dar un número de circulación, para que me digas quien es el dueño de dicho vehículo. Adelante te escucho. 009-012 NIC. Te llamó en unos quince minutos ya que tenemos casi cincuenta vehículos registrados. Te espero, adelante y fuera. Pasaron treinta minutos y de pronto sonó el timbre del teléfono. Nagarote habla León, adelante León, habla Nagarote. El número que me distes es de una camioneta color rojo, que pertenece a Norgen Fonseca con domicilio en la Paz Centro, de la Iglesia San Nicolás una cuadra arriba. Gracias León, cambio y fuera. En un papelito anotó Mercedes la información y se la pasó a don Pedro, don Pedro que no sabía ni deletrear, llamó a su hijo Roberto José, que había llegado a tercer grado y, este de corrido le leyó su contenido. Al menos la camioneta no es robada dijo don Pedro. En ese instante estaba llegando a la Garita Roberto Gallo, vecino de Nagarote, con una finca contiguo a la finca de los Contreras. Saludó a don Pedro, a sus hijos y al Guardia Mercedes López. Éste lo saludó con mucha fuerza, lo abrazó y le dijo. Mi hermano que alegría verte, te traje con el pensamiento, iba a llegar  a visitarte el día de hoy, pero ya me ahorraste el viaje. Don Pedro dijo Mercedes, si quieres pasemos a hablar sobre lo de su hija, me esperas unos minutos Roberto, sólo atiendo a don Pedro. Prefiero que nos atiendas a los dos juntos, ya que casualmente traigo un mensaje de la hija de don Pedro y, quisiera dárselo frente a la autoridad del pueblo. Está bien pasemos. Don Pedro, no conocía muy bien a Roberto Gallo, a su padre si lo conoce mejor, debido a que son viejos amigos, pero como para estar seguro le preguntó. Vos eres hijo de Manuel Gallo, si respondió Roberto; a tu padre lo estimo mucho, fuimos muy unidos en nuestra juventud, ahora por la familia, ya uno no sale como cuando era soltero, te voy a presentar a mis hijos, no se preocupe don Pedro, si casi todos los domingos jugamos beisbol, yo juego en el equipo que casi todos los años peleamos el campeonato con el equipo donde juegan sus hijos, ya somos viejos de conocernos; bueno pues mejor, vengan a escuchar que nos tiene que decir Roberto. Ya reunidos todos en la Garita, Roberto les dijo: Vea don Pedro yo tengo una finca que me regaló mi papá, vecina de la finca de los Contreras, mi padre me ha contado la historia de la desgracia en las dos familias, por eso me doy cuenta que a usted, le era imposible llegar a esa propiedad. Los Contreras al verme pasar para la finca me llamaron y me contaron que un sobrino de ellos se había robado a su hija y, que ellos no querían verse involucrados en tal acción, por lo que me pidieron que lo buscara y le dijera toda la verdad que la Susanita me iba a contar. Me llevaron donde Susanita, quien es una niña todavía y, llorando primero me dijo que le pidiera a usted que la perdonara por lo que había hecho, que está consciente de su error, pero que lo hizo de su propia voluntad, ella ya quería tener una nueva vida y, que el amor de su vida había llegado en una camioneta. Dice que ella se quiere regresar, pero con Norgen, y que están dispuestos a casarse por lo civil y por la iglesia, que ya hablaron con el sacerdote que llegó el Sábado y que este le dijo que si los casaba primero el jefe de la Guardia, quien es la autoridad civil del pueblo, él con todo gusto realizaba el matrimonio eclesiástico. Don Pedro miró de reojo a Mercedes y le preguntó, tú los puedes casar Merchó. Don Pedro en estos momentos yo soy la autoridad civil, si quiere contactamos a mi jefe para que le confirme mi delegación, yo tengo el libro de matrimonios y, yo soy siempre el que levanta el acta, mi jefe no sabe leer ni escribir, yo le enseñé a firmar, y eso es todo lo que hace firmar. Pero en estos instantes soy legalmente facultado para autorizar los matrimonios en este pueblo. Por favor le dijo don Pedro a Roberto, ve a traer a mi hija y al sinvergüenza vendedor, ya los vamos a casar civil y, el próximo domingo que se casen por la Iglesia, que en esta semana den hacer el vestido de novia y prepararemos una gran fiesta para el domingo. Te pido Roberto que tú seas el padrino de boda con tu esposa, y también seas con tu esposa los testigos del matrimonio civil, estás de acuerdo. Si don Pedro, ya me marcho a dar la noticia y traerlos al pueblo, por ahí paso por mi esposa. A las cuatro de la tarde del 28 de Noviembre estaba contrayendo Matrimonio civil la hija de don Pedro, Susanita Lezama con Norgen Fonseca.
El niño de Andrea Coare iba creciendo, a los seis meses le dio rubiola, dos meses después se le pegó  Sarampión, cuando cumplió el año, en 1953 le dio la Chifladora, casi se le muere a la Andrea en ese año, la diarrea casi era permanente, igual la calentura, así llegó a los seis años, para ese época ya se había ido del pueblo el padre Miguel Guevara, quien había sido sustituido por el padre Quintana, un hombre de seis píes y resto de estatura, color de piel café oscuro, no era de raza negra, pero sí de raza mestiza, entre mestizo  e indio, más bien la nueva raza. El padre Quintana al llegar a la casa cural, pasó por la Barbería se presentó como el nuevo Sacerdote, se puso a la orden y al voltearse para bajar la acera de regreso, machucó al cipote de Andrea que se había colocado tras el sacerdote, éste al sentir trescientas libras sobre su piecito, pegó un grito de dolor seguido de llanto, el padre lo tomó en sus brazos, le sobó el pié y le dijo. Cállese mi muchachito, sanita, sanita, cabeza de ranita. De quien es este niño preguntó, de mi hermana respondió Alejandro el barbero, dígale a su hermana que lo mande a casa cural todos los días para que me haga mandados y por ahí le daré clase de catecismo. Muy bien padre, así lo haré. Al día siguiente el niño lo llevaron a casa cural, ahí aprendió catecismo de oída porque todavía no sabía leer, se confirmó, su madrina fue la Dorita Guevara, hermana del padre anterior y su padrino el novio de Dorita Efraín Montoya, todavía no se habían casado. Dichos padrinos fue el único día que lo vieron, luego desaparecieron del pueblo después de casarse, más o menos unos dos meses después de la confirma. En esa época se buscaban padrinos para que les dieran regalos para navidad a los chavalos, este cipote tuvo tan mala suerte, que su madrina de bautizo, se fue del pueblo a vivir a Villa el Carmen y sus padrinos de confirma desaparecieron a los dos meses, se quedó sin regalos el cipote jodido. El padre Quintana no duró ni un año, se fue por enfermedad y el pueblo quedó sin Sacerdote casi un año. El cipote quedó como papalote sin cola, a los siete años acompañaba a Melania la esposa de mi hermano Orlando a lavar al rio las Tranquitas, ya en el rio un día de tantos se subió a un palo de Nancite a cortar la fruta, el árbol estaba a orillas del rio, con tan mala suerte que se subió a una rama larga que daba al rio a cortar el bendito nancite y se le quebró la rama, pasó chollándose todo el cuerpo y cayó en una posa, por suerte que andaba su primo mayor “Chilote” con ellos, quien se estaba bañando en la posa y lo sacó inmediatamente, se quebró el brazo derecho en la caída y se raspó todo el costado derecho del cuerpo, pasó con hojas de chagüite en su cuerpo durante una semana, con suerte que no se le infecto el raspón. Cuando ya tenía ocho años lo enviaron a primer grado, en esa época la edad para el primer grado era haber cumplido ocho años, y como él los cumplía casi al final del año, la escuela pública no lo aceptó. Por suerte la Escuela Crisanto Sacasa, una escuelita semi privada financiada casualmente por el que había sido Ministro de Educación e hijo de un ex presidente de la República Juan Bautista Sacasa Sacasa le abrió las puertas. Consuelo Guerrero directora propietaria de la Escuela le enseñó a leer, la Maestra Efigenia Rodríguez le enseñó a leer letra de carta y de corrido, la maestra Graciela Castro le enseñó a multiplicar, aunque no pasó de la tabla del seis, pero si aprendió a sumar y a restar muy bien.
A los doce años Heberto Coare, ya había aprendido  a acompañar con guitarra a su tío Alejandro, quien era el rey de la Mandolina, le acompañaba valses, tangos, fox trot. Ahí dio inicio a una vida de tertulias, serenatas, viajes al mar, a la playa, a su primer grupo musical estuvo integrado por su tío Alejandro en la mandolina, Santiago Mojica Guitarra, Orlandito Corea Fernández Maracas y Canto, Julio Silva Roa Bajo (Un barril, con una manila en su centro atilintada por un palo que se colocaba en la orilla del barril, al mover el palo y guiñar la manila se producía el sonido de bajo), este barril fue el instrumento que más cambió de ejecutantes. Este grupo amenizo, cumpleaños, bautizos, casamientos, divorcios, fiestas de calles, de aceras, de parques, de igual manera los músicos aprendieron a convivir con el trago entre pecho y espalda, aunque en los primeros años el tío Alejandro los cuidaba, a escondida se echaban sus tapirules. Julio y Orlandito de unos 10 años, Heberto de 12 y Santiago de unos dieciocho años. A los quince años Heberto integra otro grupo musical con Santiago Mojica, Ronald Beteta, quien tocaba batería (Una máquina de coser de su mamá, la Maestra Nidia Espinoza). En esa misma época se formó el grupo integrado por, Esteban López, Santiago Mojica, José Valle y Heberto Coare, intercalaban como cantante unas veces Juan Medardo Contreras, otras veces Orlandito Coare, más tarde participaba José Ángel hermano de Esteban, quien aprendió sus primeros signos oyéndolos practicar en su casa. Bueno, pero traje a colación estos grupos de guitarra, porque estos muchachos le pusieron serenata a las Madres y a las Novias de ellos y ajenas, en más de mil casas del Pueblo, que probablemente se componía de unas dos mil casas; eso significaba que iniciaban tocando el viernes por la noche, seguían el sábado por la noche hasta las tres de la mañana del domingo, ese trajín duró aproximadamente unos diez años. Un día de esos, un joven los contrató para ir a poner una serenata a la finca “El Mangal”, la finca de los Lezama, el viaje debía de ser temprano debido a que en las fincas hay que pedirle autorización a uno de los dueños para poder llegar hasta la casa a poner serenata, y la serenata debía de ser ante todos los de la casa despiertos, ese día llegaron a las ocho de la noche, estaba cumpliendo quince años una jovencita de nombre María Xilonen Fonseca Lezama, cuyos padres eran Norgen Fonseca y Susanita Lezama; el joven que los contrató era hijo de Pedro Lezama hijo y este mismo joven, los recibió en la finca y los llevó hasta la sala en donde estaba toda la familia, dispuesta a escuchar la serenata. El grupo ingresó cantando las mañanitas, una canción infaltable en los cumpleaños, luego de los aplausos a la cumpleañera, le cantaron la canción de un trío mexicano “Mi linda quinceañera”, esa canción hizo llorar a la jovencita, en ese instante Heberto Coare, expresa: Vamos a cantar una canción que el grupo se la dedica a la joven quinceañera, era la única canción que él cantaba. La canción dice. “Yo no sé, si es cariño el que siento, yo no sé, si será una pasión, solo sé que al no verte una pena, va rondando por mi corazón. Yo no sé que me han hecho tus ojos, que al mirarlos me matan de amor, yo no sé que me han hecho tus labios, que al besar tu boca se calma el dolor. Tus ojos para mi, son fuente de ilusión, que albergan la pasión, que brota para mí. Tus ojos para mi serán, la luz de mi camino, que, me guía, por un sendero de esperanza y de pasión, tus ojo son de amor”. Toda la canción la cantó sin despegarle la mirada a la quinceañera. La jovencita hasta que tragaba gordo, apenada por lo que el guitarrista se dirigía hacia ella únicamente. Así pasaron dos horas tocando guitarra en la serenata. Don Pedro, tuvo que levantarse de su silla; bueno señores gracias por la música, muy bonita la serenata. Ahí concluyó la serenata, pero Heberto lanzó su última mirada a la quinceañera. Recibió la paga de parte de Pedrito tercero y se marcharon. Ya en Nagarote, le comentó a Orlandito, que linda esa chavala; no jodás si ya la tenías ahuevada, toda mojigata se puso la pobre, todo mundo notó que no le despegabas la vista. Hermano, no sé, si esto fue un encuentro casual, o Dios me la puso en el camino. Quien te la puso fue el diablo no jodás. A la puta hermano no me ayudes tanto. Mira Orlandito, vamos donde mama justa a echarnos una media. No estés jodiendo ya bolo, vas a querer que te acompañe a ir a ponerle serenata a la chavala, ni loco voy con vos, además mañana tengo que trabajar, voy a ir hasta Chinandega a vender bolis. Orlando no sigas de pendejo vendiendo bolis, hazle caso a Alberto Flores, aprende  mecánica industrial; vos peor de barbero, estudia jodido; claro que voy a estudiar secundaria, más ahora que vi a ese angelito, como que va a ser mía, esa es la mujer que sueño sea mi esposa; pero el problema es que ella desee tener un marido como voz, palmado sin ofrecer fortuna, las mujeres no son pendejas, buscan como tener una vida mejor que la que tienen. Si nos ponemos a analizar eso, entonces vos te vas a quedar vistiendo santos. Mira hermano,  a la mujer hay que ingresarle por los ojos y por los oídos. Por eso lo primero que tiene que hacer un hombre para enamorar una dama, es agradarle, darse a observar, hay que lanzarle miradas que ella note de que estás maravillado con ella, cuando ella capte ese mirada, se va a sentir una mujer deseada. Si ya lograste eso, nunca le lances piropos en la calle, porque para ella ese piropo es una evidencia pública y vulgar de enamorar a una dama, el piropo lo guardas para cuando la tengas cerquita, debe de ser un piropo que la deje estupefacta. Por ejemplo.  “Nunca pensé que existiera un cuerpo tan perfecto, con una simetría entre tus ojos, tu rostro y tu sonrisa, sin mencionar ese caminado que se me asemeja un ángel que quiere alzar vuelo hacia lo infinito”. Inmediatamente, pedir disculpa por esas palabras dichas en vos alta y, decirle:  Creo que mejor estuvieran esas palabras en lo más profundo de mi alma acariciándolas. En ese momento ella queda muda, se sonríe, se sonroja. Si te responde, no está bien; en ese momento debes de calmar tu pasiones, porque es majadería si continúas con ese ritmo de enamoramiento, inmediatamente, preguntarle, lo que más le gusta de la vida. Si ella se siente atraída por tu compañía, te va a contar el primer secreto de su vida. Si ella te dice que lo que más le gusta es observar la naturaleza, el atardecer, las madrugadas. Haz logrado ganar el primer raund a tu favor; no la sofoques con más preguntas  de intimidad, engrandece ese gusto que te mostró, dile: Que preciosidad el atardecer, la aurora, ambas cosas la salida y la entrada del sol es algo que a mí me fascina, yo me siento impotente por no poder pintar esa naturaleza, que feliz hubiese sido yo, si tuviese facultades para la pintura o el dibujo artístico, ante tanta belleza que tengo cerca de mí, hoy hubiese creado mi primera pintura artísticas. Despedirse después de esas palabras y decirle. Que no diera yo con poder estar contigo aunque sea un ratito platicando, no es posible. Ella debe de responder, no sé, tal vez un día de estos, yo visito mucho la Iglesia, quizás ese día nos volvemos a ver. Si la repuesta que te da, es que le gusta salir de compras, ir al cine y a las fiestas, no dudes en solicitarle que te acompañe a comprar un sorbete y, nunca pierdas la oportunidad si se presenta en ese instante de comprarle un broche de la virgen María y se lo obsequias, ella tiene que decirte, que lindo, gracias. En ese instante lograste que mencionara la palabra lindo. Esa palabra le salió de lo profundo de su corazón o de su alma y, es un paso positivo hacia tu objetivo, siempre debes de lograr que de ella salgan palabras, que se relacionen con el amor. Nunca dialogar con una joven a la cual tienes sumo interés en conquistar con frases que al responder ella, sea negativas o de mal gusto, ella sólo debe de responder, maravilloso, que lindo, hermoso, dulce, precioso, encantador, bonito, ternura, de igual manera tu aspecto debe de ser de sonrisa leve, de mente positiva, contador de chistes y cuentos que a ella le den risa, si tu le provocas risa por tu aspecto estás mal, le debes de provocar risa por tu comportamiento, hacer reír o al menos sonreír a una mujer, es llevar ventaja a cualquier contrincante. Nunca le lances besos de largo, guárdate, el primero debes de dárselo en la mano Izquierda, verás que al doblar la esquina hacia su casa, disimuladamente se pasa la mano del beso y se da un beso sobre el lugar que tú le distes el beso de despedida de ese día. “Del porque la mano izquierda”, ese es el brazo preferido de ellas para acariciarse sus pechos, los cuáles son los dos órganos más preciados para ellas, son los órganos que le dan su altivez, no importa su tamaño, es el papel que juegan hacia el exterior, una dama sueña con rozarle el cuerpo al hombre de su vida con sus pechos. He ahí que la mano izquierda adquiere una connotación especial en las jóvenes. Bueno de todas maneras vos ni atención me está poniendo…. No jodas si sólo chochada estás hablando, la mujer cuando le gusta un hombre éste puede ser hasta mudo; mira Carlos cucamba como se casó, y ese jodido nunca habla. Mira Orlandito, yo le pregunté a la mujer de cucamba, que era lo que le había atraído de Carlos y, ella me respondió: Lo que ahora odio de él, su silencio. De jóvenes me encantaba su timidez, su silencio, me parecía que el hombre que menos habla, es el más querendón, creo que así es, pero su guaro, me mató todo cariño hacia él. Una mujer puede aguantarle al hombre hasta infidelidades, pero el guaro permanente o muy frecuente, eso no papito, eso lleva a cualquier mujer a la desesperación y, en la primera oportunidad lo deja por otro hombre. Yo le reclamaba, Carlos deja de beber y, él solo me otorgaba un silencio profundo.
El tres de Diciembre del año 1952, estaba yendo hacia el altar tomado de la mano de su padre don Pedro Baltasar Lezama, Susanita Lezama Zarate, su madre Susana Zarate, iba tras el cortejo tomada del brazo derecho de su hijo mayor Pedrito Lezama Zarate; a don Pedro se le había pasado toda la arrechura contra Norgen Fonseca, pero creo que don Pedro lo que percibió fue que quedaría atrás toda vendetta con los Contreras, estaba defendiendo a sus hijos. Todo eso iba maquinando don Pedro en su cabeza en el viaje hacia la Iglesia, durante la semana previa al matrimonio se dio cuenta que Norgen era hijo del que había matado a su padre y a su hermano, en venganza por la muerte de su padre a manos de su hermano. Aunque Norgen llevaba el apellido del marido de su madre, su padre biológico era el hijo mayor del difunto Matías Contreras y precisamente el hechor de la venganza de la muerte de su padre. Su mente en esos instantes era limpiar el nombre de su hija y, evitar que se desarrollara una vendetta que afectara a sus hijos. Llegó a la Iglesia a eso de las siete y cincuenta minutos de la mañana, el matrimonio se realizaría en la misa de las ocho de la mañana. Todo ocurrió sin contratiempos, la fiesta del matrimonio se realizó en la casa del Obrero, con el objetivo de ofrecer la fiesta en un lugar neutral, de todas maneras ninguno de los Contreras se presentó al Matrimonio ni a la fiesta, únicamente llegaron la familia de la Paz Centro tanto de su madre como de su padre de crianza. Bueno pero lo más interesante fue que doña Susana conocía a la madre de Norgen, doña Mácula Gómez, quien había vivido en Nagarote en los años treinta, siendo jovencitas ambas, la madre de doña Mácula era Nagaroteña, era familia de don Luis Emilio Gómez, el carretero del pueblo, lo bueno es que Norgen Fonseca Gómez tenía otros familiares por parte materna en el pueblo, ya no era un desconocido. Ese mismo día doña Mácula fue a visitar a su tío Luis Emilio, quién le dio un gran sorpresa. Mácula, la casa que está al frente de la casa del Obrero, es la herencia de tu mamá, en estos momentos está vacía, nadie la ocupa, yo se la había alquilado a una señora que vendía turrones, pero se fue a vivir a Mateare, yo te hago entrega de las llaves. Doña Mácula no podía creerlo, sin querer había solucionado la falta de vivienda para su hijo Norgen, quien ya le habían alistado un cuarto en la Finca; se despidió de su tío muy agradecida por su honradez, ya que su madre murió en la Paz Centro sin saber que tenía una propiedad en Nagarote. Se cruzó la calle introdujo la llave en el cerrojo de la casa, y de pronto se miró dentro de la casa, enladrillada, paredes de taquezal, dos cuartos, una cocina en su parte trasero, de tejas, las puertas eran nuevas, solo estaba de ocuparla, corrió a la fiesta llamó a su hijo, lo sacó a la calle y le dijo, hijo esa será tu casa, toma la llave. El Norgen se puso lempo del susto, mando a llamar a Susanita, quien llegó recogiéndose el vestido de novia que todavía andaba puesto, la chineo, se cruzo la calle, abrió la puerta de la casa, ingresó con Susanita, serró la puerta y a la media hora después salieron con una alegría de santo, Susanita traía el vestido lleno de sangre en su parte trasera, como que le había bajado su menstruación, nadie se atrevía a decírselo, quizás por pena o por no apagar la alegría de los recién casados; la verdad que la virginidad de Susanita puesta al descubierto en la fiesta, fue un hecho que llenó de orgullo a sus padres. Doña Susana al ver tan atrevido acto de lo nuevos esposos, inmediatamente se fue a la cocina, donde estaba toda la comida de la fiesta que todavía a esa hora era abundante, preguntó por salsa de tomate, y la que despachaba la comida le señaló una porra de salsa roja que la utilizaban para la carne de cerdo pinchada que habían preparado, llamó a tres muchachas de las invitadas y les pidió que le mancharan el vestido blanco de Susanita con salsa roja como señal de bendición de las jovencitas antes de que Susanita lanzara su ramo, las jovencitas comprendieron inmediatamente la solución de su madre y muy alegres, cantando se acercaron a la novia y le pringaron su vestido en salsa roja, al final todos los invitados se pringaron de salsa en señal de acompañamiento y felicitando al novio por su hazaña épica de haber hecho uso de su espada con tan buen tino. El día del Matrimonio fue muy elocuente el futuro sexual de la pareja, en Enero del 1953 ya iniciaba Susanita con síntomas de achaques, en Septiembre de 1953, precisamente el 4 de Septiembre, estaba naciendo Susanita Fonseca Lezama, la primera de seis hijos que le siguieron durante su matrimonio y, como se quedaron viviendo en el pueblo doña Susana pasaba los tres primeros meses de lactancia acompañándola, aunque de viernes por la tarde se iba a la finca, regresaba los lunes muy de madrugada a seguir apoyando a su hija. Susanita Fonseca Lezama fue criada con leche de baca, fue creciendo espigada, a los catorce años había salido de primaria, iba todos los domingos a la Iglesia, a escuchar y vivir la misa de las ocho de la mañana. Su vida discurría entre la escuela, su casa y la finca de su abuelo; jugaba con otras niñas del barrio a partir de las cinco de la tarde hasta las ocho de la noche, el juego principal era la rayuela, yaque, cero escondido, cuando le bajo su menstruación, su mamá no había hablado con ella, se asustó tanto, que se puso a llorar en un rinconcito de su casa, hasta que su mama la escuchó llorando y fue a verla, le vio sus piernas manchadas de sangre. Ese día su mamá la llevó a su cuarto y le dijo: hay mi niña, disculpa por no haberte prevenido, pero eso significa que ya eres una señorita, a nosotras las mujeres mensualmente nos baja la regla, así se le llama cuando producimos óvulos y estos al no ser fecundados revientan a los tres días, su contenido es pura sangre, es por eso que nosotras las mujeres debemos de ponernos entre las piernas en esos días pañitos, para que la sangre no fluya hasta nuestras piernas y se quede en la toallita, luego la lavamos y, nos cambiamos la toallita, esto dura entre cinco a seis días, cada mes. Pero también eso significa que la mujer ya cuando le inicia su regla, puede llegar a ser madre si tiene relaciones con un hombre. Eso es una condición de nuestra feminidad, la fertilidad, para poder desarrollar la humanidad. Para eso es necesario casarse, como yo me casé con tu papá, así naciste vos. Nunca las niñas debemos de permitir que alguien nos toque nuestras partes femeninas; los pechos, las caderas y la vagina, únicamente cuando nos casamos, nuestros maridos. Para eso está el matrimonio, a él debemos de llegar señoritas, eso significa sin ser vistas ni tocadas por algún hombre. Hay mamá entonces eso de la cigüeña es pura mentira, mi abuelita me cuenta que cuando una cigüeña se posa en el techo de una casa, es porque en esa casa nacerá un niño. Si mi hija es mentira, esa es una forma disimulada de decir la verdad. Cuando las parejas se casan, tienen relaciones sexuales, en ese momento el hombre le introduce a su esposa su miembro sexual en la vagina, luego hecha una sustancia que le llaman semen, este lleva espermatozoides y, estos son los que ingresan hasta el útero de la mujer, si lo encuentra ovulando, el esperma se introduce en el óvulo y, ahí surge el embarazo de la mujer, como dicen de los animales, queda preñada, luego el hijo va creciendo en una bolsa hasta llegar los nueve meses de su desarrollo, en ese momento se rompe la bolsa o la fuente y el hijo busca como salir, claro está ayudada por la madre, quien tiene que pujar para que el niño salga inmediatamente hacia la vida exterior. Mamá es bonito ser mujer, porque de uno es que nace la vida de los humanos, bueno, igual ser animal hembra. Mamá ya puedo tener novio, no mi hijita, aún tienes doce años, después de cumplir los quince años, podemos platicar de eso. Ideay, primero me dices que ya soy una señorita, luego que todavía soy una niña. Mira mi hijita, tú eres una niña muy desarrollada, si bien es cierto que ya inició tu capacidad biológica para poder ser madre, es necesario dejar de ser niña en edad para ser mujer completa, mujer madura. Fíjate en la Chila de don Juan Pablo, a los once años la hicieron parir, lo que nosotros miramos son dos niñas, ella y su hija; eso da mucha tristeza, ella no puede ni con ella misma, la mamá le tuvo que quitar la niña, porque una niña no puede criar otra niña. Es por eso que la mujer se hace después de los 17 años. Yo me case a los quince años, vos tenés doce años y yo todavía tengo 27 años con tres hijos. Yo no gocé mi vida, no tuve juventud, mi juventud la pasé ya casada. El que gozó fue tu papá, ya tenía treinta años cuando se casó conmigo y yo quince, era una niña todavía. Así que hay que tener mucha calma, ya llegará el día y la hora de poder jalar, conocer al novio unos cinco años y luego pensar en casarse, siempre yendo virgen al altar.
Doña Susana segunda, quedó nerviosa de su plática con su niña, porque ella había vivido en carne propia esa inquietud y, nunca tomó valor de preguntarle a su madre, por eso se enamoró del primer hombre que tuvo cerca a los quince años, aunque no se arrepiente, si, es consciente de que su juventud llegó a los quince años, a los dieciséis ya era madre, nunca fue a una fiesta soltera, siente que no gozo su vida de juventud debido a que ya era mujer casada y con hijos. No señor mío, no quiero que le suceda a mi niña lo que yo me busqué se decía en sus adentros. Ese día doña Susana su mamá, la llegó a visitar y la invitó a que la acompañara a la Iglesia, se dispuso de inmediato, ya que debía de rezarle a la Sangre de Cristo, para que le ayudara tener juicio a su niña Susanita tercera. Ese día pasó comprando una docena de candelas blancas pequeñas y, que puntería habían doce imágenes en la Iglesia, a cada imagen le puso una candela para que le echaran el hombro con su hija. Doña Susana madre, le preguntó, haz tenido problema con Norgen. No mamá estoy pidiendo por mis hijos, Susanita ya menstruo y está preguntando mucho. Mira hija hay que ponerla a aprender a coser, que aprenda un oficio, así se distrae la mente, si es cierto se puede distraer la mente, pero en ese viaje de todos los días a la casa del obrero, se puede tropezar con la misma piedra con que yo me tropecé. Por fin te oigo decir algo sensato, quizás tengas razón, encerrarla no podés. Yo con ustedes fui muy mojigata, nunca les enseñé los peligros que corremos nosotras las mujeres, cuando somos jovencitas, toda mujer jovencita es bonita y atractiva, los hombres las buscan siempre tiernitas, ya vez tu padre es mayor que yo, quince años, a vos te pasó igual. Una jovencita debe de buscar a un jovencito, el problema que en estos lados los varones dejan de ser niños ya mayores de veinte años y, nosotras las mujeres siempre buscamos hombres más maduros que uno, por eso de sentirse apoyadas y seguras. Si madre, fíjese que todavía hay hombres de mi edad, que están todavía jalando. Anoche vi pasar tomado de la mano con la hija de don Arnulfo Urrutia al muchacho que mi papá corrió de la finca cuando le llegó a pedir permiso para visitarme como amigo cuando yo tenía catorce años y, yo con tres chavalos. Claro es de mi edad, tiene 26 años, trabaja en la finca de su papá, la muchacha quizás sea menor unos tres años. Sabes hija, ese muchacho a mí me gustaba para vos, pero ni quiera mi Dios que le hubiera contradicho a Pedro. Ya vez esa actuación nuestra ayudó a que tú te fueras con el primero que te guillara el ojo. En ese instante ingresó a la Iglesia un joven, pasó de paso a la sacristía, se persigno al pasar por el altar mayor. Qué bonito es ver a un joven respetar los signos religiosos, al momento lo ven regresar con una guitarra. Ah ese es de los Coare, son los que cantan las misas, tiene unos trece o catorce años. Es bien grande, pero muy flaco, no, es bien espigado. Ahora que dice usted eso mamá, la Susanita se está estirando, está creciendo rápido. No creas va a ser bien alta y, por que no le preguntamos al padre cuando habrá confirmas, Susanita ya debe de confirmarse, ya cumplió doce años. En esa conversación estaban cuando ingresó el cura párroco, aprovecharon y el sacerdote les dijo, acaso ustedes no vinieron el domingo a misa. Las confirmas son mañana, viene el señor Obispo de León con una misión de Frailes Dominicos que van a concluir la evangelización en esta parroquia de Santiago Apóstol, aprovecharemos su presencia, si alguien de su familia cumple con las exigencias de la Iglesia para confirmarla como hija de Cristo, inmediatamente visiten la casa de la Esperancita para que le tome sus datos, ya saben nosotros le podemos vender todo lo que necesita para confirmarse; tenemos vestidos blancos muy bonitos y baratos, candelabros, libritos del catecismo, guantes, y zapatos. Todo lo arreglan con Esperancita, así cooperan con la Iglesia. Gracias padre, ya visitaremos la casa cural. Los tres hijos de Susanita segunda fueron confirmados, ese mismo día dio la confirma el hijo de Andrea Coare, cuyos padrinos fueron la hermana del padre Miguel Guevara y su novio. Ese día llegó un fotógrafo de León y le tomó una foto a todos los niños que se confirmaron, posteriormente llegó un domingo a vender las fotos, sacó cincuenta y dos fotos de la misma, casi todas la fotos las vendió, sobraron unas diez fotos, pero para el fotógrafo había sido un éxito, cada foto costaba dos pesos, ya había sacado ochenta pesos, un capital de trabajo suficiente para alimentar su familia durante quince días. Dicho Fotógrafo pasó por la barbería de Alejandro Coare retirando una cámara fotográfica que había pasado guardándo antes de llegar a la Iglesia, al ingresar al recinto de la barbería, se fijó en el chavalo que estaba queriendo aprender a tocar la guitarra, metió su mano en el bolso, se fijó en la foto,  identificó en la foto a dicho chavalo, tomó una de las fotos que le habían quedado sin vender y le preguntó a Alejandro, este chavalo es tuyo, si le contestó Alejandro, toma guárdale esta foto de su confirma. Gracias le dijo Alejandro. Toma decile a tu hermana que la guarde le dijo al aprendiz de guitarra. Alegre con su foto se cruzo por debajo del biombo y se la llevó a su mamá, quién la vio y la guardó en un cofre de doña Matilde, abuela del chavalo.
El 4 de Septiembre del año 1968 Susanita Fonseca estaba cumpliendo sus quince primaveras, una noche antes, el 3 de Septiembre se le había puesto una serenata con guitarras en la finca del abuelo Pedro, lugar donde se le celebraría su fiesta de quince años al día siguiente por la mañana. Llegó el 4 de Septiembre y la niña llegó del brazo de su padre y vestida de rosado a la Iglesia a su Tedeum de cumpleaños. A las once de la mañana venía de regreso el cortejo con sus quince damitas quinceañeras hacia la finca de don Pedro. La fiesta fue amenizada por un grupo musical de León conocido como “Los Hermanos Galindo”. Al salir de la Iglesia la joven se percato que el muchacho que le había cantado en la serenata de la noche anterior, se le quedaba mirando, de igual manera se fijó que dicho muchacho siguió el cortejo y se detenía en alguna esquina y se le quedaba mirando, al salir del pueblo el muchacho ya no siguió el cortejo, se le desapareció de la vista a la joven. Pasó un año y nunca el muchacho volvió a ver a la jovencita de la serenata, de igual manera habían pasado cuatro años del acto religioso de la confirma y la foto que le habían regalado no la había vuelto a ver, le preguntó a su mamá por la foto, quién le respondió búscala en el baúl de tu abuela, escurcó el baúl y la encontró, su interés era fijarse en el rostro de sus padrinos a quienes no había vuelto a ver y muy poco los miró en la Iglesia, miró la foto y se dio cuenta de que no estaban sus padrinos, si no que era todo el grupo que se había confirmado, quiso reconocer algún amigo y reconoció a Chicanita, “Jorge Gutiérrez Blanco” a José Ángel Escobar “ Changuelo” a su primo Marcelino Coare, de pronto se puso pálido, si era la niña de la serenata, ella había dado su confirma junto con él, pero a los doce años todavía era una niña, no había desarrollado como cuando la vio a los quince años. Tomó la foto y se fue donde su primo Orlandito Coare. Orlando no jodás mira esta foto, esta es la chavala que le fuimos a poner serenata hace un año a la finca donde los Lezama. “Aja y que”, le contestó Orlandito, gran cosa, esa chavala vive donde Norgen Fonseca, creo que es hija de él, tienen una pulpería en la loma San Benito, yo llego a vender bolis ahí, dos veces por semana. Cuando llegás miras a la chavala. Ella va a clase por la mañana al Instituto, ya por la tarde le ayuda a la mamá en la pulpería. Hazme un bolado, llévate esta foto y, cuando la veas le entregas la foto y solo le dices, el que te la manda está ahí en la foto. A ver quiero ver la foto, ah, es la foto de la confirma, ahí está chiminito también, ok te voy a ser el bolado.
Una vez en la vida, tiene uno la oportunidad de conseguir una buena mujer, para no andarse divorciando en cada pleito. Cuando el hombre anda dejando hijos por todos lados, lo que logra es, que la pobreza se desarrolle, que el analfabetismo crezca, que la delincuencia se fomente. Ese era el pensamiento de Heberto Coare, eso lo había empecinado en conquistar a Susanita, debido a que había intuido en ella a una buena esposa y, para él lo mejor era casarse con una joven que nunca haya tenido novio, que solo él le haya tocado sus cositas, además el está seguro de que la joven también toca al novio, su concepto general es que tanto la mujer como el hombre, únicamente necesitan oportunidades. La mujer (o el hombre) puede ser muy recatada, haber tenido un buen ejemplo familiar, pero si llega a trabajar a una empresa, ahí ay muchos diablos y poca el agua bendita. Quizás tenga razón, en mi caso personal, yo conocí a una mujer preciosa, ojos verdes, morena, de unos cinco pies, siete pulgadas, alta la mujer, esbelta, con un cuerpo que solo en la imaginación se la reproduce uno; muy seria, trataba con mucho respeto al compañero de trabajo, casada con un médico, que le daba una vida holgada, ni pobre ni ricos, pero a ella le gustaba aportar al hogar, además había estudiado secretariado bilingüe, era muy querida por el personal por su amabilidad. Llegó a trabajar René Castillo a dicha empresa, era contador auxiliar y, cuando vio a Xochilth Xilonen Baca López, suspiró profundamente y se dijo: Que belleza de mujer. Al día siguiente al llegar al trabajo pasó por el escritorio de Xochilth, quien estaba llegando, se le acercó, la saludó con mucho respeto y disimuladamente dejo en el escritorio una rosa blanca, a la cual le había cortado el tallo, únicamente había dejado la flor con un tallito pequeño. Xochilth, se dio cuenta de la flor casi a la media hora después y, se dijo, el único que ha pasado saludándome es don René, se levantó, tomo la flor y fue a la oficina de don René. Buenos días don René, tome, dejo su flor sobre mi escritorio. Xochilth, disculpa, que descuidado he sido; a mi encanta pasar oliendo rosas, como que me tranquiliza, me estabiliza el organismo, siento una delicia, al final de la tarde quisiera comérmela, pero me la llevo de regreso y pasó por la Iglesia y se la dejo a la Virgen María. Al día siguiente pasó por donde Xochilth con dos rosas. Muy buenos días doña Xochilth, llevo mi rosa, quieres una le preguntó. Xochilth sin ninguna malicia y conociendo del porque René trae rosas, le dijo, está bien don René, gracias. Disimuladamente don René se asomaba para verificar del uso que Xochilth le daba a la rosa y, se fijo que todo el tiempo tenía la rosa oliéndola. A partir de ese día llegaba más temprano que Xochilth y le pasaba dejando una rosa, Xochilth se acostumbró tanto a la rosa, que el día que René no dejo la rosa, ella se sintió, como que le hacía falta algo. Se levantó, se dirigió a la oficina de don René, quien premeditadamente estaba oliendo su rosa y le dijo: Ideay don René hoy no tuve rosa, Xochilth si te la pase dejando, alguien se te la llevó, pero no importa, toma la mía. Inmediatamente Xochilth estiro su mano y tomó la rosa, René al dársela no la volvió a ver, la entregó sin verla, pero su propósito era, rozarle la mano en su mano. Xochilth, pasó desapercibido ese roce, tomó la rosa y pasó el día oliéndola. La gran sorpresa de René fue que Xochilth, esperó a que él saliera de la oficina hacia su casa, y al pasar por su escritorio, Xochilth le dijo, espéreme don René lo voy a acompañar hasta la Iglesia y como hoy usted no lleva su rosa, yo le colocaré a la Virgen María la mía. Don René, se hizo el sorprendido siempre sin mostrar interés en ella. Al llegar a la Iglesia, René se dirigió al altar de la Virgen donde colocaba sus rosas, Xochilth sorprendida de ver tanta rosas, unas ya marchitas otras no. Don René le dijo Xochilth, le podemos quitar las rosas marchitas y dejarle únicamente las frescas. En ese instante René continúo con su plan de conquista. Espérame unos segundos Xochilth, se puso de hinojos, se persigno, Xochilth hizo lo mismo, René dijo la siguiente oración en vos alta. “Gracias Madre mía, por concederme la dicha de estar ante ti, con la rosa más linda del Vergel de tu hijo”. Se persignó y le dijo a Xochilth, ahora sí, pon la rosa y escoge las marchitas. Xochilth, realizo la limpieza con una gran alegría y, por primera vez al despedirse, le dio su primer beso en la mejía a René, a quién ya no le dijo, don René, sino simplemente René. Cada quien tomo el rumbo de su casa, pero Xochilth, esa noche no quiso hacer el amor con su marido, le dijo cualquier cosa y, no digamos de René, quien no durmió en toda la noche, tocándose la mejía donde había posado los labios Xochilth. No es preciso contar toda la historia, pero Xochilth, tuvo tres hijos, un varón y dos mujercitas. El esposo de Xochilth se dio cuenta que ninguno de los hijos eran de él, porque un día de tantos, después de quince años de convivir con los dos, René y Xochilth decidieron romper el silencio y se fueron a vivir a otra ciudad y se llevaron a sus tres hijos. El médico tanto fue el golpe que recibió, que se hizo Sacerdote, hoy es el Cura de la Iglesia San Juan.
Para Diciembre del año 1970, Heberto Coare estaba en el atrio de la Iglesia, se estaba celebrando el rosario a la Virgen María, ya contaba con 18 años, sin darse cuenta Susanita Fonseca Lezama, ya lo había identificado como el muchacho de la foto de la confirma, Orlandito había cumplido el bolado, la niña Susanita había recibido la foto, la comparó con la que poseía ella y, se dio cuenta que el muchacho que tanto buscó, estaba en la foto de su confirma, cuando ella llegó al atrio de la Iglesia pasó cerca de Heberto sin mostrarle sospechas de que ya lo había identificado, ella ya contaba con 17 años; Heberto la volvió a ver y se dijo, ahora o nunca. Dejó que se sentara, luego se le sentó a la orilla y la saludó. Hola que tal Susanita, ella sorprendida le preguntó y, como sabes mi nombre; acaso no te acuerdas que yo canté en tu serenata de quince años, ah, eres tú, y donde vives, porque yo en el pueblo no te veo. Yo aunque vivo en el pueblo, haya dado mi confirma a los trece años, he sido invisible, oh ya sé porque me estás diciendo eso, por la foto que me enviaste con el vendedor de bolis, entones vos eres el de la foto, vos fuiste también el que puso serenata en mi casa hace ocho días, que bonitas canciones y, quien cantaba. Dos canté yo y las otras tres las cantó el chaparro de los bolis. Todas se oían bonitas, pero para quien era la serenata pregunto Susanita. Para quien crees tú que era… No sé respondió. Quien es la niña más linda que vive en esa casa. Yo vivo a la orilla, donde ustedes cantaron, ahí es el molino de mi papá, es parte de mi casa, pero es el molino. En ese momento Heberto entre dientes se dijo, “desgraciado Orlandito, pero me las paga”. ¿Qué dijiste?, preguntó la chavala. No nada, nada. Entonces nunca pensaste que la serenata era para vos, no, fíjate que mi papá se levantó y le dijo a mi mamá; esos locos le están poniendo serenata al molino, y quienes son, preguntó mi mamá y, mi papá le dijo, los mismos que llegaron a tocar la serenata de los quince años de Susanita a la finca. Oh ya sé, Pues no cantan mal, el chaparrito ese día cantó las Golondrinas. El día de mi cumpleaños los contratas para que me canten las Golondrinas en la serenata sí. Está bien, pero yo lo que quiero saber es, para quien es la serenata. De seguro es para la chavala del otro lado y se equivocaron de casa. Susanita vos los conoces, me preguntó mi papá, yo le dije: y no está diciendo usted que son los que llegaron a cantar a la finca hace más de un año. Oí que bonita esa canción dijo mi mamá. Esa canción es la que me dedicastes  en mi serenata de quince años, se llama “Tus Ojos”, de esa canción si me acuerdo perfectamente, porque la cantastes sin despegarme la vista. Ese día me pusistes nerviosa con esa tu mirada. Susanita hazme un favor. Si puedo claro que lo hago. Escucha, yo hice una promesa de rezar el padre nuestro hincado el día que yo conversara con vos, guárdame el lugar para escuchar la misa a tu lado voy a ir a cumplir mi promesa. No, híncate aquí mismo y reza, si viene mi mamá yo no le voy a poder decir, este lugar está ocupado.  Pasó la misa y el galán de baratija logró su primer raund, la joven se fue a su casa alegrísima, le había salido su primer enamorado a los 17 años y, eso no lo podía echar a la borda, debido a que la muchacha que no tiene enamorados a los 17 es feíta y, eso no es para ella. Inmediatamente que llegó a su casa, se cruzo donde Verónica Cruz, su amiguita vecina y de colegio, le contó lo del enamorado de la Iglesia y, esta le dijo: Ese muchacho es el que estaba cantando una serenata en tu casa el otro día, yo me asomé por la rehendija de las tablas, hay… ese día yo soñé que era mía la serenata, muy bonitas canciones cantaron. Ah te voy a contar, mi mamá dice que a ese muchacho lo mira en Managua, sobre la calle 15 de Septiembre, cerca del Palacio de Justicia, yo no conozco, mi mamá viaja todos los días al Plantel de Carreteras que queda por el Estadio a vender vigorón y chicha. Sí, yo le pregunté si estudiaba y, el me dijo que estudia en la Normal Central de Managua, que pasa la semana en Managua y los viernes por la tarde se viene. Al menos no es vago, ahora abundan los vagos, yo soy salada solo vagos me encuentro de enamorados, ayer se me acerco un tal chicho y me dijo: “Veroniquita, esta quiere con esa”, yo se lo dije a mi papá, se arrechó se fue a buscarlo, lo encontró y le pegó tres fajazos. Esos vagos son vulgares, cada vez que los veo en la esquina donde don Chico Ojeda, paso con miedo de la otra acera. Pero vos, y aquel muchacho que me habías contado que te gustaba. Ese jodido ahora jala con la Chulina, no sé qué le vio, pero esa es su novia. Bueno mi niña, mi mama tiene un dicho, “lo que es de uno, ni arrebatado se lo quitan”, ese no era para vos. Vale más, ahora que lo veo bien es requetefeó el condenado; trompudo, chaparro requeneto. El que me está gustando es Porfirio Gallo, el panadero de la Nora Gallo, todos los días voy a comprar el pan hasta el Genízaro, ahí lo veo, que hombre más guapo y, una vez lo vi con el guitarrista enamorado tuyo. Nada más que ahora oigo que los hermanos le dicen Félix Antonio, y que pierdes  como le digan, dile vos Porfirio Félix Antonio y ya está solucionado su nombre. Un día me acompañas a comprar pan para que lo conozcas, vamos ahora quiero ver a mi guitarrista, que sabemos. No, ahora es domingo, no hacen pan. Mirá vos llegas a prestarme para ir a comprar pan y, si me dan permiso nos vamos a caminar hasta el genízaro, te parece. Está bien me haces una señita para llegar. Esa tarde las dos jóvenes salieron a pasear por el pueblo, al pasar por el parque que queda frente a la Iglesia se encontraron al Guitarrista Heberto Coare, esta al ver a Susanita, se le acercó, saludó a las dos muchachas y les preguntó si las acompañaba. No dijo Susanita, ella va ir a un mandado, yo la esperaré aquí. Ambos se sentaron en una banca a esperar a Verónica. En ese momento llegó Orlandito, que tal le dijo a Susanita, quien lo conocía por que llegaba a vender bolis a la pulpería de su mamá. Este mi primo es caballo, como se le ocurre ponerle una serenata a un molino. Yo le dije ese es un molino, a no, él me respondió. Que te importa a vos. Cantemos pues le dije yo. Heberto solo se quedó viendo a Orlandito, quien se tiraba la gran carcajada. Como para defender a Heberto, Susanita, dijo: vale más que se haya equivocado, porque mi papá se levantó ese día a ver donde era la serenata y se fijó que era en el molino. Te fijas jodido como te ayudo espetó Orlandito. Para que quiero enemigos, si primos tengo, dijo Heberto. Bueno hay los dejo, voy para donde flores, está siendo un avión y dice que hoy lo va a probar, espera que vuele unos diez metros a una altura de un metro, ese loco solo en inventos vive. Nos vemos. Susanita se le quedó mirando en el momento que le dijo a Heberto, tu primo te quiere mucho, aunque es jodedor, se mira que son muy unidos. Que más diera yo Susanita unirme a ti,  sueño todos los días en darte un beso, y cada vez que te veo quisiera robártelo, pero no lo hago, por miedo a que te enojes. Lo que me va enojar es que no lo hagas le dijo Susanita. Para que quiso más el dundo. Le tomó la mano Izquierda y le dio un beso en su mano, luego le tomo la barbilla y le dio un beso en la frente, luego uno a cada lado de sus cachetes y el que esperaba Susanita fue el último momento visitado, sus labios. Susanita hasta que temblaba de emoción. Su primer beso había sucedido a las cinco de la tarde del cinco de Diciembre de 1970, a los 17 años y tres meses, luego del primero llegaron dos, tres cuatro, el guanaco de Coare, casi la deja sin labios, pero la joven encantada. Con la llegada de Verónica se interrumpió el romance; de inmediato Susanita no espero que se acercara Verónica se levantó y se fue a encontrarla, solo le dijo me voy. Espera le dijo Heberto, me aceptas como tu novio. Acaso ya no me besastes pues. Esa noche Coare fue a buscar a Orlandito su primo y le dijo: hermano vamos a ponerle serenata al molino, la Susanita ya es mi novia, no te lo dije, que iba a ser mía. No me jodás como vas a llegar hoy a poner en evidencia a la muchacha ante sus padres, jodido pareces pendejo vos, la muchacha anda nerviosa por la besuquiadera que te agarró con ella, casi te la comes viva, déjala en paz aunque sea este día. Yo te voy a enseñar ahora. Mirá las chavalas cuando besan por primera vez, lo hacen a escondidas y a ellas les parece que actuaron mal, esa chavala se siente mal en estos momentos, por eso hay que dejar que la noche la tranquilice, esta noche la va a pasar dándose vuelta para todos lados, agarrando la almohada, apretándola, metiéndosela entre las piernas, esa muchacha por primera vez  va sentir húmedo su cosita, va sentir que le salió algo de su cuerpo, esa niña va excitadísima, pobrecita de ella. Como va a ser posible que queras ir a perturbarle su día, no, cuidado y hoy se masturba solita por primera vez. No seas tan pendejo, entiende a las mujeres. Está bien, tienes razón, pero el próximo viernes le ponemos serenata. Que jodés vos, ese día está largo, veremos lo que pasa en la semana. Orlandito se retiró, meditabundo, pensando. Este jodido ya la agarró conmigo; a mí es que me van a tratar cuando llegue a vender bolis a la pulpería, no piensa en lo que me puede ocasionar, hasta me pueden correr si se queja de mí Norgen o doña Susana. Jamás lo vuelvo a acompañar a poner serenata donde esa chavala, que se lleve a Chepe Valle y a Esteban López o, a José Ángel López, pero yo no vuelvo a correr riesgo de perder mi trabajo.
El treinta de Diciembre de 1970 a eso de las diez de la mañana llegó a la Barbería de Alejandro Coare, su hijo  Porfirio Alejandro Umaña Arrechabala, quién llegó con una jovencita de unos 18 años cuyo nombre es Julia Umaña López, una jovencita, esbelta de 1.60 metros de estatura, blanca, ojos pardos, pelo amarillo, con un cuerpo de sirena. Buenos días, don Alejandro, como usted nunca llegó en 18 años, aquí estoy con la niña que estaba naciendo cuando nos vimos en el Hospital el Retiro en Managua. Alejandro Coare se volteó y saludo de forma efusiva a su hijo y luego a su nieta, en ese mismo instante Heberto Coare estaba en la barbería y, también se volteó al oír la llegada del señor con su hija, dirigió la vista hacia la jovencita y se dijo: Padre mío que es esto, se levantó de la silleta donde estaba sentado leyendo un pasquín del Llanero Solitario, puso el pasquín y se dirigió a su tío Alejandro. Tío ella es la muchacha que nació el mismo día que nací yo en el Hospital de Managua. Así es, ella es mi nieta de la que tanto he hablado. Esperé 18 años para poderla conocer, este mi hijo, es ingrato. No tío, es maravillosa, es una virgencita. La muchacha se puso colorada, nerviosa, pero respondió. No tanto como una virgen, es que salí igualita a mi Abuelita Julia Arrechabala, la esposa de mi abuelo. Estoy equivocada abuelo. No mi hija, eres igualita a la madre de este hijo ingrato, que no había venido a visitarme, a pesar que desde que tú naciste supo que yo era su padre. Es cierto, no me hallaba en valor a visitarlo, al fin me disidí, pero ya estamos aquí presentando a mi única hija soltera, ya los otros tres se me casaron, ah, le comunico ya es bisabuelo de tres niños. Adelante vamos a presentarte a tu bisabuela Matilde, ya no mira pero si te puede tocar. Pasaron del otro lado de la barbería, doña Matilde estaba contando sus reales que le pasa al seguro Social en su calidad de maestra jubilada, su hijo Alejandro se le acercó y le dijo: Mamá aquí están Porfirio mi hijo con una de sus hijas. A ver donde están, Porfirio estiro su mano y doña Matilde se la tomó, la sobó y dijo. Este es el hijo de la Julia Arrechabala, tiene tu misma mano Alejandro, y la niña, a ver tu manita mi niña. Julita más con miedo que con cariño, estiró su manito, y doña Matilde en vez de sobársela, se la pasó por su rostro y le besó la mano a la joven, quién inmediatamente abrazó a la viejita diciéndole. Abuelita Matilde, que alegría de conocerla, jamás pensé tener una bisabuela, que alegre. A ver mi niña guiña una silla y siéntate cerca de mí. La niña tomó una silleta y la acercó, se sentó y doña Matilde inició su interrogatorio. Estás estudiando mi niña, si abuelita, me estoy bachillerando, pienso estudiar medicina. Muy bueno mi niña, mi papá fue médico práctico, el Ministerio de Salud lo reconoció como médico de pueblo. Alejandro ahí esta Heberto, dijo doña Matilde, si mamá aquí está, haber Heberto, lleva a Julita a conocer la Iglesia. Hasta que temblaba el pendejo de Heberto Guillermo al verse a la orilla de Julita, quien realmente era una muñeca preciosa, claro era un poco más alto el larguirucho de Heberto, éste ni corto ni perezoso, le pidió a Julita, vamos, la niña sonriendo volteó a ver a su papá y, éste asentó con la cabeza. La niña se fue con Heberto hacia la Iglesia la cual quedaba enfrente de la casa donde vivían los Coare y que pertenecía al Gobierno, había sido la casa escuela del pueblo, la cual se había trasladado al edificio nuevo construido, denominado Escuela Pública. Heberto aprovechando la oportunidad le dijo. De seguro que tienes novio. La muchacha como para no ser mal educada le respondió. Pues fíjate que no, pero tampoco ando buscando, primero voy a estudiar, después de la Universidad, ya veremos. Me parece que en Managua yo te he visto, pero no sé de donde, yo estudio en la Normal Central de Managua le dijo Heberto. Oh, entonces de seguro pues me acabo de bachillerar en el Ramírez Goyena, éramos vecinos, claro, ahí te había visto yo también, te acuerdas de la Xiomara Beteta, con ella llegaba yo a clase, pues somos vecinas y nos veníamos juntas; una vez vos saliste a encontrarla y, ella me comentó cuando venías caminando, ese es el enamorado que te había contado, como lo ves, me acuerdo que yo le dije, lo encuentro elegante y bien parecido; pero no te la vayas a creer, por lo que te estoy contando, se lo dije para no desanimarla. Mira Julita le dijo Heberto, realmente cuando te vi llegar a la barbería, casi salto de alegría al verte tan bella y me dije, esa es la mía, pero ahora que te estoy viendo con más tiempo, realmente sigues siendo bella, eres una muñeca, pero el amor es de dos, noté que yo no te cause ninguna impresión al verme, eso significa que no soy el hombre de tus sueños, ni nada por el estilo, así que no te preocupes. Pero como vas a decir eso, mirastes que llegue toda nerviosa, en ese momento no iba a andar fijándome en nadie que no fuese mi abuelo a quien llegaba a conocer por primera vez, luego me fijé en vos, pero mi atención la centré en mi abuelo Alejandro, si no sido por mi abuelita Matilde que te pidió me trajeras a conocer la Iglesia, probablemente no habríamos ni conversado, pero así es la vida, ya ves, no me había acordado que ya nos habíamos saludado en Managua. Bueno, pero contame, al fin eres el novio de la Xiomara o no. No precisamente, ella me reclamó ese día que nos presentó y me dijo, casi te comés a mi amiga, vos eres un bandido y peleó conmigo; creo que no soy su tipo. Eso que estás diciendo es tontería, ninguna mujer tiene un tipo definido, uno puedo tener una imagen del hombre guapo, pero eso nada tiene que ver con la realidad, toda mujer quiere encontrar a un hombre que la haga reír, que la haga pasar los momentos alegres, uno se enamora de ese comportamiento, aunque el hombre sea feo, uno lo mira bonito, simpático. Te puedo hacer una pregunta le dijo Heberto, quién ya estaba preparando lo soga. Hazla, dijo Julita. ¿Que debe de hacer un hombre para conseguir una muchacha bonita así como vos?. Bueno creo, que es la oportunidad de decirte la verdad. Para que un hombre enamore a una mujer, sólo necesita hablar, ser sincero y respetar a esa mujer. El hombre no necesita más que eso, claro está, hace menos esfuerzo un hombre elegante, guapo, que un feíto. Pero eso tenlo como efectivo, dura más el noviazgo con un feíto, que con un hombre que se la da de guapo; igual, nosotras las mujeres, que nos la damos de guapa, si no nos cuidamos, ningún hombre nos va a querer para esposa, te lo juro, a mí se me han declarado más de diez muchachos, si yo me pongo hacerle caso al primero que se me declara, ya llevaría diez novios, a estas alturas parecería una pila de agua bendita. Luego que hombre nos va querer para esposas, además tendríamos que mentir desde el noviazgo, porque yo no le iba a responder si él me preguntara, cuantos novios has tenido…. Diez… ni que fuera tonta, tengo que decirle, vos eres el primero, los otros han sido únicamente amigos, ese hombre al darse cuenta que le mentimos, no le queda más que dar la vuelta. Todos los hombres deducen, que los novios juegan a las novias. Yo te juro Julita que estoy tan sorprendido de lo que me estás diciendo, que me pellizco para ver si estoy vivo. Lo escucho y no lo creo, que una belleza como tú, me hable de esa manera. Yo pensé que estaba haciendo la pregunta del ahorcado, que tú me darías la guía para poderte conquistar y, lo que me estás dando es una lección de vida. Ahorita acabo de entender, que no debemos de ver a todas las mujeres como la nueva conquista, eso no es así. Me alegra que hayas entendido esa verdad, no todas las mujeres somos para todo hombre. Cada mujer, como todo hombre tiene su peculiaridad; hacer química con un hombre, es cierto que se puede dar a la primera vista, pero eso no es lo normal, es lo anormal. Realmente tu captastes bien al momento de mi llegada, no me causastes absolutamente ningún rubor como mujer, eso debió haber sido así, ya que yo estoy llegando a conocer a mi familia paterna, esa es mi prioridad. Ahora con eso no quiero decir que eres un chavalo feo, tampoco un guapo, pero tu sinceridad si me ha llamado la atención, se sin conocerte mucho, que eres un buen chavalo, a cualquier chavala le puedes agradar, hasta a mí, te lo aseguro, pero no es el caso. Bueno de todas maneras yo vengo contigo a mostrarte la Iglesia, a como lo solicitó mi abuela Matilde y, eso voy a cumplir cabalmente. Bien vamos a ver el Sepulcro, luego vamos a subir al campanario, posteriormente veremos cada imagen existente y al final veremos los confesionarios, ahí te debes de confesar. Julita se quedó callada, se dejó guiar por Heberto durante una hora, hasta que llegaron a llamarlos para el almuerzo, cruzaron la calle, Heberto se tropezó con una piedra y se chimó el brazo en la caída, se hizo el que no le dolió, le echaron mercurio para que no se le infectara, Julita que le gustaba la medicina se prestó a curarlo, le pido que estirara el brazo, se lo tomó, le limpió con agua, luego le pasó algodón, le roció con mercurio cromo y le puso una gasa que habían conseguido, todo nervioso Heberto volvía a ver para todos lados, Julita le notó su nerviosismo y para calmarlo en el momento que nadie estaba viéndolos, le dio un beso en los labios y le dijo. Tontito, cálmate que tu caída logró lo que jamás pensé se diera, en ese momento el corazón se me puso a latir de forma desesperada y cuando te levanté, quise abrazarte pero me contuve, ya me fue imposible contenerme cuando te estaba curando, nacistes para mi, eres un encuentro casual.

FRAY ANTONIO DE CIBDAD REAL- 1586

  RECOPILADO POR Heberto Guillermo corea guerrero FRAY ANTONIO DE CIBDAD REAL- 1586   Viaje de Fray Alonso Ponce desde México a Nica...