CON EL PUÑO CERRADO
Heberto Guillermo
Corea Guerrero. Febrero 2018
Blandiendo mi brazo levantado con el puño cerrado por el
furor de haber vencido la desnudez sin causa, la vanidad intrigante, la mordaz delicia
de tu concupiscencia, la sátira de tu elegante sonrisa envuelta en hojas de chagüite,
el encanto del pájaro chogüi al amanecer en lluvia, el silbido de la paloma
mensajera al pasar por el espacio inerme.
He vencido el holocausto a tu venerada presencia en seol, al
devenir del futuro esplendoroso y vacío, el nacimiento de nueva vida sin dolor,
el sueño del paraíso somnífero sin esfuerzo, el encanto de un mundo eterno
asido de la mano de un ser espiritual, he vencido la diferencia entre alma y espíritu,
el desencanto del paraíso sin trabajo y bien alimentado, la naturaleza pálida y
desértica.
He vencido el don de los milagros de pastores pastoreados,
la mentira del infierno por no dar el diezmo, el sueño de haber sido coronado
celestialmente, el no ser parte de los 144,000, la vigencia de mi vida en
pecado, la salvación de mi alma para no sufrir el purgatorio, la expiación de
mi exuberancia personal.
He vencido la inocencia a los espantos, la existencia de
otra vida exclusiva de los santos, a la espera en una tumba conmemorativa, a la
llegada del Armagedón que seleccionará el mal del bien, he vencido tu mirada
salvadora de pecados, la administración de mal en la tierra y, la llegada de la
administración del bien, he vencido la esperanza por llegar, debo de construir
mi propia salvación terrenal.
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