EL PADRE CHACÓN.

 

EL PADRE CHACÓN.

Heberto Guillermo Corea Guerrero. Mayo -2021

 

A mi pueblo llegó un sacerdote de unos cuarenta años, chaparro, recio, chele, allá por los años sesenta y cinco, en cuanto bajó de su camioneta se dirigió a los que estábamos de fisgones, y dijo: Soy el padre chacón, costarricense y, vengo con mi familia para unos cuantos años a esta iglesia hermosa, ven vos chavalo, dirigiéndose a mí… Donde vivís vos me preguntó… Yo le señale la casa donde vivía y, que se encontraba a unos sesenta metros de la casa cural hacia el norte. El sacerdote volteó a ver y le dijo a la señora que venía en la camioneta con él. Margarita te gusta este chavalo para los mandados. Margarita asintió con la cabeza, a lo inmediato me dijo: Tu serás mi chavalo de confianza. De pronto en la esquina del Cairo, doblaron tres camiones con los enseres de la familia, ahí venía un pequeño zoológico; entre ellos loros, guacamayos, monos, gallinas guineas etc. En media hora ya habían bajado todo, salió el padre a la acera de la casa cural que era de dos pisos y dijo: La señora que viene conmigo es mi sobrina y es mi cocinera, así que no vayan a pensar mal.

A partir de ese día 20 de febrero del año 1965, me convertí en el mandadero del padre chacón, tenía yo unos trece años. El primer mandado que hice, fue donde don Justiniano diciéndome el padre chacón, conoces la pulpería San Antonio… sí le digo... entonces me entregó un bolcito…dile a justiniano que ya vine y que me mande lo acordado… Don justiniano me tomo el bolso, y colocó tres medias de Santa Cecilia y me dijo… cuidados se quiebran… no señor. Llegue a la cural y entregue el bolso, lo recibió margarita y me dijo: regresa como a las cuatro de la tarde para los mandados de la cena… me fui y le conté a mi mama… quien me dijo…. No le contés a nadie que compras o que no compras… hace los mandados y punto. Ese día llegué por la tarde, ya me recibió el padrecito, el cual estaba su rostro bien colorado y me dijo: Ya conoces al sacristán… si le dije es Canajuca, bien, dile que habrá la alcancilla del monaguillo que está delante en la iglesia, él tiene la llave. Me fui y le dije, don Cana, dice el padre que le mande las limosnas del monaguillo. Este abrió la alcancilla, vació en una bolsa de tela lo que había, la amarró y me la dio. Cuando le entregue al padre el bolso, tomó unas monedas, me preguntó cuánto valen las tortillas, ... Yo le dije, diez centavos, las cuajadas veinte centavos y tres reales de frijoles…Que chavalo este salió adelantado. Esta bien le dijo Margarita, me entregó las monedas, me fui a la compra y cenaron, tortillas, cuajadas y frijoles. Ese día no ingrese a la casa cural, todo fue desde la puerta. Bueno, así pasaron los meses, yo de mandadero y me pagaban un chelín diario (veinticinco centavos), no trabajaba los sábados ni domingo, ya que ellos salían a pasear, después de la misa de las siete de la mañana, salían y regresaban hasta las seis de la tarde, hora de la otra misa, a saber, para donde se iban. Llegó su primera semana santa y el sábado de ramos, que da inicio con la vela de Jesús en la Ermita del pueblo, me llamó a su oficina, estaba sin sotana y, le vi en su cintura una pistola, se puso la sotana y otro cuento se contaba, el padrecito daba misa con pistola al cinto bajo la sotana. Yo nunca lo ví, pero la gente murmuraba que cuando se arrechaba, le gritaba al feligrés: Yo también soy hombre igual que usted y nunca me falla mi pistola por cualquier abuso contra mi o mi sobrina, así que ya lo saben, si me buscan me encuentran. El padre Chacón duró tres años, y así como llegó se fue.