SIGO SIENDO UN
SOÑADOR. Heberto Guillermo Corea
Guerrero 1917
Es muy edificante para el hombre
vivir su experiencia de vida, nada le puede privar de su satisfacción, el tener
una esposa y ver a sus hijos nacer, crecer, desarrollarse, educarse,
profesionalizarlos; es el triunfo de cumplir como hombre tu papel en esta vida.
Es la vida misma encantada por el espacio y el tiempo, es la supremacía del
macho hombre; te sientes orgulloso al ver llegar a los niños ya en su primer
día de trabajo, viéndolos querer adquirir su espacio para ser independientes,
querer ser hombrecitos o mujercitas con responsabilidad, ver su cambio de vida,
de hijo a ser padre o madre, de emitir ordenanzas a su nueva familia,
administrar sus propios bienes monetarios, su bien inmueble o su carro. Que
gozo es verlos decir “adiós papá me voy para la casa o para el trabajo”; que
alegría produce su vida en familia nueva organizada. Una vez que salen para su
nuevo hogar queda uno en su casa donde los vio nacer y crecer, esperando su
llegada del fin de semana visitando su viejo hogar, con sus nuevas crías in
crescendo, el primer nieto, hasta el número doce porque más de dos ahora es
muchedumbre.
En esa época ya nosotros no
influenciamos en los nombre de los nietos aunque algunas veces disimulando
tratamos de dar nombre bonitos, aunque recibamos como repuesta, esos son nombres
bíblicos, tienen más de seis mil años.
Yo le voy a poner “Mia” la mía se llamará “Kiara”, y así nos vamos llenando de
nietos hasta llegar a la Santa Cena, y nosotros siempre, ponle Jesús, ponle
María, no mejor se escucha bonito
Jesshua.
Así pasamos el tiempo felices,
alborozados con las nuevas familias, celebrando navidades, cumpleaños, los
cuales hoy son cada mes, la gritería, las fiestas de Santiago, Semana Santa,
fin de año, el día del padre, el día de la madre, hoy duran un mes
comercialmente, el día de los enamorados, en fin el comercio ha llegado a
saturarnos la vida, hasta hacen su cuenta, tanto sale de aguinaldo, tanto
ganaremos.
Satisfacción es la palabra
correcta, cuando los hijos prosperan, cuando ellos denotan en su rostro pureza,
piel fresca, sonrisa sencilla, no pretenciosa; cuando tu como abuelo ves llegar
a tus nietos cursando la primaria, la secundaria, la universidad, quizás no sea
mucha exigencia, que grandioso sería ver los biznietos, aunque ya no lleven tu apellido
pero si tu sangre indómita, graduarse de la profesión del bisabuelo, ya este no
le diría abuelo, sino tata, es mucho soñar, pero es un derecho, lo indigno de
ese bisabuelo es que le quiten ese derecho, echándolo de su casa que construyó
con tanta pasión, con tanto sacrificio, sólo porque la bisabuela a sus 60 años
decidió detener la camioneta compradora de chatarras y chunches viejos y vendió
al bisabuelo.
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