EL CALZÒN DE LA CHAINA VIZCAINA

 

EL CALZÒN DE LA CHAINA VIZCAINA

Heberto Guillermo Corea Guerrero.

 año de pandemia 2020

 

Creo, que ella no se acordaba ni del lugar, menos de su fecha de nacimiento, lo manifiesto categóricamente debido a que en el interrogatorio mucha incoherencia manifestaba, por deducción lógica nació en el caserío “EL OBRAJE” el cuatro de septiembre de mil novecientos cincuenta y dos, su madre se llamaba Ildefonsa Arrechavala y ella Feliciana Arrechavala, le dicen Chaina por feliciana y Vizcaína, porque nació con un problemita en el ojo izquierdo que se le vira hacia la izquierda. Este caserío tiene unas doscientas casas de lodo y palmas y se encuentra dentro de la finca el Recreo de los Arrechavala, jurisdicción de Nagarote departamento de León, Nicaragua.

En dicho interrogatorio manifiesta: Que ella perdió su niñez a los trece años cuando Vivian en tecolotito, en ese lugar ella vendía turrones y, que el zapatero diario le compraba turrones y en vez de darle los cinco centavos del valor del turrón, le daba un real, eso a mí me alegraba, debido a que yo me podía comer un turrón y llevar los reales completos, sacaba veinticinco turrones y debía entregar un peso con veinticinco centavos si los vendía todos, por eso pasaba todo el día en la calle y, cuando no los vendía me mecateaban, a eso yo le tenía terror, por lo que ya tarde me iba al parquecito y cuando miraba a alguien me ponía a llorar, la persona siempre me preguntó, porque lloras chiquita y yo le respondía enseñándole la pana con los turrones que no había vendido, normalmente eran dos o tres turrones, esa acción me permitía dar lastima y me compraban los turrones.

Así pasó mi vida en tecolotito, hasta los quince años que me enamoré del zapatero, este me hacia el amor casi diario y salí con mi primera panza, ahí me quedé viviendo con Luis dos años, pero mi niña la crio mi mamá. Ese Luis no crea, me pegaba cada vez que se picaba, no le aguanté más y regrese donde mi madre, quien ya tenía su marido nuevo, este hombre cuando me vio llegar se le alegraron los ojos; yo era joven y bonita, como sólo había una cama, tenía que dormir con ellos y el desgraciado se desnudaba al acostarse y le hacia el amor a mi madre todas las noches, mi madre como que estaba sola que gemía como perra en celo. Yo me daba vueltas y me hacía la dormida, pero el desgraciado cuando terminaba su rutina con mi madre, sabía que ella se dormía en el acto, y todavía erecto se volteaba hacia mi rozándome con su chochada parada mis nalgas. No aguanté un mes, al día treinta de dormir con ellos, me voltee y el muy desgraciado me penetro y me hizo el amor como caballo, según mi madre no se daba cuenta, pero yo creo que lo permitía para que no la dejara. Así que Plutarco Salcedo tenía dos mujeres a mano, mi madre y yo la Chaina de diecisiete años. No le miento señor policía a mi gustaba lo que me hacía Plutarco, ya que su pipil era grande como una mazorca de maíz pujagua, yo encantada, hasta me acostaba primero para desnudarme y estar lista para ser la segunda, pero yo sabía que era la primera para Plutarco, así pasé tres años, hasta que una noche quedó muerto sobre mi cuerpo, me asusté tanto que grité mama Plutarco se murió, salté de la cama de madera y corrí a limpiarme el semen, se había ido en mi y al momento estiró las patas. Lo enterramos el mismo día y al mes me di cuenta que estaba panzona, esa si es mi desgracia, mi mama me corrió porque decía que no soportaba verme, al darse cuenta que yo hacia el amor con su marido, desgraciada me dije yo mismo, eso me pasa por disoluta.

Me fui de la casa señor oficial con mi barriga y salí en busca de mi padre, quien no me había reconocido, pero sabia que se llamaba Ermenegildo López y que vivía en el Obraje, llegué a su casa y lo encontré sólo. Buenos días papá le dije… Se asustó yo era una mujer de veinte años, hermosa, bonita de pelo largo, buen cuerpo. Le respondí, soy tu hija la Chaina la hija de la poncha Arrechavala. La Poncha ¡ah sí ¡, pasa niña, y que milagro vas de paso, no papá busco refugio, mi mamá me corrió en Tecolotito y me acordé de vos, pero niña yo vivo solo, no tuve mas hijos. Que importa padre, la gente no nos dará de comer, yo te prometo que buscaré trabajo, no seré una carga para usted. Está bien, quédate, pero sales a buscar en que dormir porque yo tengo una sola hamaca, si padre, por el momento dormiré contigo. Esa noche la Chaina se desvistió delante de su padre y desnuda se hecho a dormir en la hamaca ya que no andaba ni calzón, el padre que todavía tenía cincuenta y cinco años, ni corto ni perezoso, se hecho a dormir también desnudo, no conocía a la chaina, primera vez en su vida que la miraba y, cuando se acostó la hamaca se levanto hacia su lado y la chaina cayó encima de su padre, quien la abrazó, la beso, y la penetró. La Chaina solo se quejó cuando sintió que su padre era un burro, casi rompen la hamaca esa noche, concluyó la labor y se durmieron. Al día siguiente la Chaina le dice al padre, anoche caí como desmayada del sueño, que clase de dormida me pegue, Ermenegildo quedó asombrado, me quiso decir que no se dio cuenta que hicimos el amor se dijo, volvió a ver al alambrado y miro el calzón tendido, ah ya lavaste preguntó, si padre lave mi calzón, en cuanto seque saldré a buscar trabajo; no, no salgas trabajarás conmigo, sembré la huertita y estoy sacando maíz, lo desgranaremos para llevarlo a vender al mercadito, ahí te quedarás vendiéndolo, yo te explicaré todo lo que harás, estas de acuerdo; si papi, a trabajar, pues se nos hace tarde. En el mercado le fue bien a la Chaina, vendió el quintal de maíz, de regreso se fijo en una tiendita y compró comida.  “En esos lados no hay distinción entre desayuno, almuerzo y cena, en cualquier hora se come igual”, llegó a la casa y Ermenegildo ya había llegado con las mazorcas, cocinó, comieron y se pusieron a desgranar. Llegó la noche y chaina dijo, que clase sueño tengo, voy a dormir papá, yo te sigo respondió papi, de igual manera se dejo ir en la hamaca, esta se levantó del lado de Chaina y de igual manera cayó encima del padre, quien, la abrazo, la beso y la penetro, en esta ocasión Chaina gimió y se movió en el acto carnal, concluyó y se durmieron, A la mañana siguiente de igual manera Chaina dijo, que clase de sueño el de ayer, Ermenegildo volteo a ver el alambre y de nuevo vio el calzón, ¡Ah ya lavaste!, si respondió chaina, sólo espero que se seque, al verla todavía desnuda se le levantó el entusiasmo a Erme… y tomo a Chaina de espalda, la abrazó, la agacho un poco y la penetro. Chaina no tubo más que responder a la situación despierta, de pronto sintió que Hermenegildo se estaba yendo, se empujó hacia atrás para hacerle mas satisfactorio el final a Ermes…. Este apretó duro a Chaina y se fue de lado, murió de un ataque al miocardio. Chaina pidió ayuda ya vestida, y los vecinos enterraron a Ermenegildo.

Había un vecino muy cercano a la vivienda y este le ofreció ayuda a Chaina. Usted es don Oscar Balbino, le dijo Chaina, si soy yo y estoy a tus ordenes para lo que quieras, hay gracias don Oscar, fíjese que no quisiera que llegue la noche, por que me va a dar miedo dormir sin Ermenegildo, puede llevarme a su casa y darme un lugarcito, quizás solo por esta noche. No te preocupes hija, que yo vivo solo, si quieres vengo a acompañarte; está bien don Oscar, lo espero a las siete, muy bien a esa hora me acuesto, porque me levanto a las tres de la mañana a ordeñar mis vaquitas, y cuantas tiene don Oscar, tengo paridas, veinte, eso me da para vender mi lechita, hago unas cuajaditas y vendo crema un poquito y la leche agria para la casa, pero también vendo a los vecinos. “Bueno, pero no hagamos tan largo este día”. Llegaron las siete de la noche y Oscar se dirigió a hacerle compañía a Chaina, bien entusiasmado se miraba, llegó, buenas noches, adelante Oscar, ya estoy lista para dormir. Oscar ingresó y se dirigió a la hamaca encontrando a Chaina totalmente desnuda, abriéndole los brazos en su recibimiento; don Oscar con la velocidad del viento huracanado se desvistió y se fue a los brazos de Chaina, quien lo recibió con hambre de juventud. Don Oscar la asustó porque no la dejó dormir, siete, nueve, diez y una de la mañana, Chaina amaneció con lumbago, le dolía toda la cintura, la espalda y la cosa de horno, y cuando levantó ya no estaba Oscar, quien se había ido a las tres de la mañana.  Chaina se levantó lavó su calzón y lo tendió en la alambrada. Esa era su atarraya……..

 

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