EL CUÑADO DEL PUEBLO, MOLLETA Y JUAN LLORÓN. Heberto Guillermo Corea Guerrero


EL CUÑADO DEL PUEBLO, MOLLETA Y JUAN LLORÓN.  Heberto Guillermo Corea Guerrero
Ramón Larios, es su nombre en familia, Moncho le llaman sus tíos, todas las mañana se levanta a las cuatro de la madrugada y se dirige a chapodar cuanto solar se le ponga en frente y le paguen los doscientos córdobas por la media tarea, si el solar mide más de 10 x 25 ya cobra trescientos y si es una tarea completa, su valor es de cuatrocientos córdobas. Su matemática es perfecta: Una media de caballito cuesta dieciocho córdobas, sin agua, si ya se le agrega el agua helada toma un valor de veinte córdobas. Ramón la prefiere sin agua para ahorrarse dos córdobas. Mientras no se ha echado un solo trago trata a las personas de amiguito, es muy educado bueno y sano. Si gana cien córdobas, le entrega cuarenta a su hermana que le da de comer, los otros sesenta córdobas los esconde envueltos en plástico en lugares estratégicos del patio, nunca los guarda en el mismo lugar, porque su hermano Chico Larios ya le ha hecho varias trastadas; en muchos casos los envuelve en bolsa de plástico y los introduce en el calabazo, luego lo llena de agua y lo cuelga en la cocina. El calabazo no se lo tocan, porque toda la familia sabe que eso significa que va a salir a trabajar, mientras el calabazo tenga agua es inescrutable. Ese es su lugar más seguro para esconder su plata. A todas sus tías les llama por tiita. Su tía Lola es la que más lo quiere, lo aconseja de que no tome licor y, el siempre le responde, no tía si ya me estoy retirando, no se fija que pasado mañana cumplo dos días sin probar una gota de guaro,  voy poco a poco, cuando miremos que cumplo un año. ¡Jajajajaja! se ríe de sus locuras este Moncho, no tía créame. Pero Ramón a mi no me gusta que te digan el “cuñado del pueblo” la gente te lo dice para burlarse de vos; eso creen ellos tía, pero el que se burla de ellos soy yo. Ya con mis tragos le digo “cuñado” a todo mundo. A mí que me importa que tenga o no hermanas;  la verdad que casi a todo el que le decís cuñado, normalmente te dicen: Te mandó saludes Roberto…. a tía y usted cree que soy pendejo para responderle, lo mío es jodedera. En esa plática estaba con su tía, cuando apareció Juan y la perra. Ramón lo divisa y le grita Juan y la perra. Juan con su mirada esquiva, como si fuese bizcoreta, le dice: Vea cuñado no me esté jodiendo que lo vengo a buscar para que vayamos a una vela a la trinidad, ahí hay una muchachada del diablo, y acabo de toparme con Polito, el gendarme municipal y, dice que la alcaldía lleva diez cajas de caballito porque el muerto era trabajador de los camiones. Ese viaje es largo no jodas le dice el cuñado, y el regreso va ser peor, bolos quien nos va traer. En ese instante pasa corriendo Molleta para el lado donde vive Guatal. Que le pasa a molleta le dice el cuñado a Juan y la perra, Juan se voltea y  pregunta para dónde vas molleta, éste le responde, que te importa a vos, pero si querés acompañame que acaba de morir Matilde Linarte. Para que esperar más tiempo y los tres se enrumban hacia el velorio, al llegar a la casita, ni el cadáver habían sacado, lo estaban vistiendo, pero ya la caja estaba sobre unas silletas, cuando Juan ve la caja, se hinca con las manos puestas sobre la caja y comienza a llorar, hayyyyyyyyyyyy pobrecita la señora, si yo la acabo de ver buena y sana, lloraba a moco tendido, se sacudía la nariz, Molleta que era muy cuerdo, se le acerca a Juan llorón y le dice al oído, vos pendejo, no ves que es un hombre; en el instante y a gran vos Juan le responde,  hijueputa no me acabas de decir que se llama Matilde;  sal de aquí pendejo, le dice el cuñado que corridos vamos a salir por vos; vamos a ayudar a limpiar el patio y a traer las sillas para ganarnos el trago;  yo no tomo le dice Molleta, pero voy a ayudar, un cafecito negro si no me cae mal. Molleta cuyo nombre es Pedro Guzmán, había quedado arriba de los palos, después de una balacera en la madrugada frente donde mama chepita y, en el tiroteo le habían dado dos balazos en la cabeza de refilón, que lo había mandado al hospital y, del hospital ya no volvió a su casa, se convirtió en un judío errante, vivía en las calles, dormía en los parques, pero tenía una lucidez envidiable, se conocía los nombres de miles de parroquianos, con toda la descendencia o ascendencia, era bailarín, cantante y vulgar. Juan llorón, su nombre era Juan González, vivía en fincas trabajando de acarreador de pichingas de leche, en la finca de Luis Manuel Gallo trabajó mucho tiempo, en ese sector de las Ojeda, las Limas y la Chilama, incluyendo la finca San Pedro nació, creció y se envejeció. Juan Llorón, era un alma de Dios, incapaz de hacerle daño a alguien, pero lloró en el pueblo a más de diez mil muertos, vivió unos sesenta años, Molleta vivió cincuenta y cinco años. Ramón, el cuñado del pueblo, tiene sesenta y un año, todavía existe y le sigue llamando cuñado a todo el que encuentra.

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