CACHO DE BOMBA Heberto Corea. 15/6/1980
Ingresaba
a la barrera con porte señorial, cabeza erguida, sus patas rasgando el suelo
con
un resoplido nasal amenazante, giraba su cabeza de izquierda a derecha
un
rugido que causaba temor a cualquier desafiante, sus huevos bailoteaban rítmicamente
hacía
intentos de perseguir la sombra que identificaba cercana en el redondel
tres
sogas, lo controlaban un poco su embestida furtiva
cuando
decidía embestir, arrastraba el caballo con todo y jinete del lado que fuese
era
una hazaña la de los jinetes, tratando de acercarlo al bramadero
una
vez en el bramadero, el porteador luchaba para hacer el lazo que le
inmovilizaría la cabeza
luego
de dicha proeza, a cruzar la soga en la parte central de su cuerpo, apoyada en
su nuca
que
formaba el apoyo del desafiante denominado pretal o pretil, balaustre o antepecho
finalizada
esta labor que duraba en el cacho de bomba una media hora
llegaba
el desafiante o montador, que debía de ser el mejor de todos los montadores
o
un extranjero del pueblo que se decía de mucha monta
lograba
montarse el jinete al toro, le soltaban la soga de inmediato y todo el
gentillal que se ufanaba de sortearlo desparecía del redondel
normalmente
a orillas del bramadero el montador salía por los aires y el toro al sentirse
libre
se
dirigía hacía en el centro de la barrera, la misma actitud desafiante de su
ingreso, volvía a
ver
de frente a la puerta donde había ingresado, hacía sus cabriolas y raudo se
lanzaba hacia
ella
y de un brinco la saltaba, a correr los campistas a lazar el toro, la gente en
las calles corría
desesperada
evitando ser embestida por la fiera y las puertas de las casas vecinas estaban
prestos
a cerrar sus puertas. Creaba zozobra y algarabía el cacho de bomba.
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