Los Viajes a Mira Mar. Heberto Guillermo Corea Guerrero

Los Viajes a Mira Mar. Heberto Guillermo Corea Guerrero

Este viaje era de tres días, a las carretas les ponían unos arcos al inicio, al medio y al final de la carreta y luego la cubrían con cualquier cosa, las más elegantes se cubrían con tela azulón, otras con lona y otros con ramas, las mujeres mayores y niños iban en la carreta, el resto a pie, descansando cada tres o cuatro kilómetros. Lo más triste de este viaje era el regreso, todas la mujeres sin importar la edad en la carreta y los hombres, quien caminará más rápido, la dispersión masculina era total, sólo el guía de la carreta era el varón que acompañaba a las mujeres y uno que otro que tenía caballo. Este viaje de regreso se hacía de noche para evitar el sol, sólo los coyotes eran los temidos después de los espantos que trajeron los españoles, porque nosotros no conocíamos a las almas en penas.
En el mar las provisiones alimenticias en su mayoría se extraían del mismo mar, lo que las familias aliñaban para el viaje, era tamales pizque, cosa de horno variada en su tipo y elaboradas de maíz, pinol, pinolillo, curbasá o almíbar, que consiste en el cocimiento de distintas frutas, como mangos, jocotes, papaya y marañón en miel de dulce de rapadura, canela y clavo de olor. Para la comida principal se llevaba aguacate, huevos, tomates, cebollas, chiltomas, chile, queso seco o cuajada ahumada; de carnes, esta se llevaba salada para el cocimiento del vaho con todos sus aderezos, como yuca, plátanos variados, verdes, maduros, re maduros y sazones, también esta se podía comer asada, pero había que aguantar un poco más lo salado.
Por las noches cuando la marea del mar bajaba, se iba en grupo de cuatro o cinco a la costa del mar a buscar zurdos, cangrejos, conchas, cucarachas de mar, almejas costeras u otros bichos comestibles marinos y, con ellos se elaboraba una sopa, conocida como “levántate y anda”.
Los jóvenes por las noches con su guitarra en hombros se enrumbaban con las novias y demás amigos a realizar la tertulia costera, se encendían fogatas con ramas secas, hacían una rueda en derredor del fuego, se cantaba, se tomaba bebidas embriagantes  a base de maíz y/o de la fruta  de coyol o del árbol de coyol; tales como la CUSUSA  y la CHICHA DE COYOL, dos licores caseros preparados para la ocasión, los cuales eran perseguido por la guardia, debido a que se le hacía contrapeso al jefe de la guardia nacional, quien era dueño de una destilería a base de caña.
En el Mar la mayoría de las familias visitantes dormitaban en las costas, y durante el día se cubrían del sol, bajo las carretas o arriba de las mismas, aunque normalmente la parte de arriba de la carreta debidamente tapada, se utilizaba por las noches para los niños.
Para los novios, en el mar la vida es más hermosa, en el mar te quiero mucho más, como dice la canción. Esa era la oportunidad de ver a la novia de cuerpo entero, verles las piernas, descubrir su figura, en muchos casos ahí se planeaba la huida, lo cual era muy común en la juventud. Precisamente pensando en esa tragedia familiar que ocurría cuando se llevaban de huida a la hija de familia, el Municipio emitió la siguiente ordenanza.
DECRETA:

Artículo 1.- Todo individuo que seduzca a una joven menor de 21 años, que se presuma virgen por su notoria buena fama, será castigado, previa queja, por el Director de
Policía, con una multa de C$ 20.00 a C$ 200,00, según las condiciones morales y sociales de la joven y a beneficio de ella, en calidad de dote. El individuo guardará arresto en la Penitenciaría, hasta satisfacer la multa impuesta. Si se casaren, cesará todo procedimiento.


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