EN VOZ ALTA. Heberto Guillermo Corea Guerrero 24/10/2011

                                                         EN VOZ ALTA. Heberto Guillermo Corea Guerrero 24/10/2011
De niño, mi pacha era una botella de refresco de chica rica, se le colocaba una chupeta de hule, a la que se le hacía un orificio con una tijera, nunca supe de un pañal, creo que no existían; siempre anduve sin calzón, de vez en cuando un calzoncito pequeño, o bien un short cortito; nunca probé un gerber (marca de un producto alimenticio para niños), mi moho era de tortilla mojada con frijoles, en vez de leche me daban tibio (Pinol cocido), la comida no era tres veces al día, cuando mucho dos, normalmente al acostarnos me daban agua de azúcar. Mi vida de tierno discurría en el suelo, unas veces sobre un cartón, casi siempre en pura tierra, me chineaban sólo para dormirme o, cuando una de mis hermanas mayores estaba de buena. Las calenturas eran normalidad, cuando no tenía calentura me llevaban al centro de salud para ver si estaba enfermo. Me pusieron zapatos cuando yo tenía ocho años para poder ir a la escuela de primaria, aunque para esa época aceptaban que llegáramos descalzos. Hacía mandado a los vecinos desde los cinco años, en esa época existía un señor de nombre Don Virgilio Corrales, quien tenía más de seis casas, casi todas eran casas esquinera pero viejas, en dichas casas alquilamos cantidades de veces, fue ahí donde conocí a Don Virgilio, de quien me convertí en su mandadero oficial, me llamaba betito; por cada mandado me daba cinco centavos, aunque también era dueño del primer taxi que existió en Nagarote. Este taxi se mantenía en la Estación del Ferrocarril, era un mustang de los años 30, carro grande muy amplio por dentro, color negro, aunque por lo derruido del color, daba un color gris oscuro; esos carros se utilizaban para los años 60 como taxis interlocales. El chofer del taxi era Andrés Corea, alias la Chita, traigo a colación este taxi, por que luego se convirtió en mi primer trabajo más serio; teníamos que andarlo empujando cada vez que se le apagaba a la chita, o cuando se montaba un cliente y el encendido normal no funcionaba. Los empujadores éramos: Changuelo Escobar Reyes, Teodoro Castillo (Teodorín) y el que escribe estas Líneas.
Mientras esperábamos un cliente para el taxi, jugábamos chibola con todo el chavalero, quienes llegaban por la algarabía de andar empujando el Mustang, iniciamos tres empujando y concluimos casi doce chavalos. El día que no llegó el Mustang a parquearse a la estación, el chavalero se entristeció, porque se le había perdido un juguete más. Este Mustang, pasó de taxi, a gallinero en el patio de Don Virgilio. Don Virgilio, era pinche como solo él, tenía dos hijos que conocíamos, el Chele Corrales, quien vivió bastante tiempo con su padre y Andrés, a quien lo mató un rayo muy jovencito, como de catorce años; este vivía en una finquita que tenía Don Virgilio en la Costa Sur de Nagarote, donde vivían su esposa y cinco hijas mujeres, las que llegue a conocer hasta después de la muerte de Don Virgilio, hecho que acaeció estando yo crecidito, de unos dieciocho años.
Cuando yo tenía doce años, mi madre, me llevó donde mi tío Alejandro Corea Rueda, quien era dueño de una barbería llamada “barbería Juvenil” y le dijo que me pusiera a trabajar. Mi tío tenía una caja de lustrar zapatos, la desempolvo y me dijo. Yo no quiero que seas lustrador, pero para mientras vas a lustrar zapatos aquí dentro de la barbería, los lustradores únicamente deberán lustrar afuera, vos a los clientes aquí adentro, pero te vas a estar fijando como se rasura. En esa época los barberos oficiales, eran Adalberto Vallecillo, quien estudiaba de lunes a viernes en Managua, Erving Marín Castro quien estudiaba en la Normal Central de Varones en Jinotepe, luego que estos estaban cerca de graduarse, abandonaron el oficio de barberos, y llegaron a convertirse en oficiales los aprendices de ellos, Salomón Umaña Blanco (Vicio), Santiago Mojica y Rafael Narváez Muñoz.  Luego llegaron a aprender barbería, Arnulfo Umaña Rodríguez, hermano de Salomón, Teodoro Mayorga de la Chilama, nieto de un hermano de mi mama y por ende de mi tío Alejandro, Víctor Tiburcio Mayorga Contreras (Tiburón), Rolando Corea García, (Joe Pingüe mi sobrino en 2do grado), Alejandro Guido y Félix Picado ( Venia de trabajar sacando piedras). A Salomón y Arnulfo los mataron en Managua, a Teodoro lo mataron en el Valle de Jesús, a Rafael lo mataron en Nagarote y  Alejandro murió de una vergueada. Un día sábado llegue a la Berbería temprano, a eso de las seis de la mañana, el sábado era el mejor día de trabajo, e ingresé a la barbería por la estancia de mi abuela Matilde Rueda Aguilar; cual fue mi susto al encontrar a Santiago Mojica y a Arnulfo Umaña elaborando flechas y arcos, con varillas de sombrillas. Al verme se asustaron y no pudieron explicarme, yo tuve que informarle a mi tío de tal acto, porque era peligroso, ellos se mantenían en la cantina conocida como “El México” y ahí chiveaban;  este era un oficio que pasaba por defender de cualquier borracho golpeador a la mujer que se ganaba la vida en la cantina, hasta de esconderse debajo de la tijera donde ejercía su trabajo la mujer y guiñar el pantalón del que se desprendía el incauto saciador de sexo, le sacaban los realitos que andaba en su bolsa o cartera, para luego la dama hacer el escándalo de que el sujeto no le quiere pagar. De donde le va a pagar si ya estaba lavado, al final el chivo, lo amenazaba y lo corría de la cantina con mucha suerte que la guardia no se lo llevaba preso. Bien, estos bandidos se llevaban la flecha y las introducían en los cardones que servían de cerca a la propiedad vecina o de la cantina misma, y el arco era de la misma varilla, el cual se doblaba, hasta que unían las dos puntas con una manila, por lo que de igual manera guardaban el arco en los cardones y la manila en su bolsillo. Esa arma era mortífera, a cualquiera que le tirase un flechazo, se le introducía la flecha lo suficiente, que le podía causar la muerte, ya que la punta de la varilla (flecha) se afilaba y, a una velocidad de que le imprimía la fuerza del lanzador, se convertía en arma mortal.
De los chivos famosos, me acuerdo de Tuqui Tuqui, El bailarín de ahí le viene el apodo, de una canción cumbia llamada el Tuqui Tuqui,  de Chachalaca, este usaba un verduguillo envuelta en papel periódico, siempre andaba en sus manos un envoltorio cubierto de papel periódico, esta era un verduguillo, arma mortal. De chilote, que chiveaba a la mujer más hermosa de donde Onosifero.  La Chira, hermano de los vicios, Juan paniquin, etc. Cuento esto, porque el bandido de chilote, una vez me llamó y me dijo que lo acompañara, yo lo acompañé y al llegar a los rieles me dice. Vamos rápido donde Tomás Bochinche, (esta era una cantina) y al llegar ingresó conmigo al burdel hasta los cuartos, me presentó a la mujer que él chiveaba (Onosifero se la había vendido a Tomás) y le dijo, te lo encargo, es nuevo. La dama me tomo del brazo, empujo la puerta, se le cayó la ropa y chas, salí desniñado a los catorce años. Fue mi única vez que hiciera el amor en cantina. Pareciera que chilote ya había hablado con la dama, porque estaba solo de menear el cuerpo y la ropa se deslizo quedando desnuda; yo,  al ver cuán desnudez se me paralizo hasta el habla y, como no la utilice, no me perjudico en nada; a esa edad había tanta energía, que la cosa se levantaba solo con ver. Cuando me di cuenta ella me había quitado la virginidad. Cuando salí del cuarto, chilote me estaba esperando y me pregunto, como te fue; a lo que yo le respondí: Aligérate desgraciado que se me quedó el calzoncillo.
Bueno lo interesante de estas anécdotas es que sirvan de experiencias no vividas a nuestra juventud, porque conocer de mi vida a quien le podría interesar. De todas maneras les quiero contar que a cuando yo tenía la edad de doce años (1964), existía en mi pueblo Nagarote, la Escuela Pública Orfilia Pérez Ponce, la más grande del pueblo, yo nunca estudie en dicha escuela, estaba ubicada donde es hoy el Preescolar Público, Niños felices. Si me acuerdo de ciertas maestras que daban clase en dicha escuela, un dato muy curioso, todavía para esa fecha las maestras eran empíricas, o sea sin haber estudiado magisterio, entre ellas: Nidia Espinoza, Dalia Hernández de Ojeda, Rosa Delia Guevara, esta maestra murió impartiendo sexto grado, y esa promoción fue dedicada a ella; el entierro de la maestra fue muy concurrido y los alumnos le cantaron aquel valse que dice: “Adiós muchachos compañeros de mi vida, maestra querida, muy adorada, me toca a mi emprender la retirada”  etc.…… yo me acuerdo porque chilote el bandido de la anécdota pasada, salió de sexto grado para esa época, otro de esa promoción fue Donald Roa Zapata, me acuerdo porque salió cantando en la velada de la promoción….. Te vas a casar…queriéndome a mi… no tuve el dinero pa´ verte comprado la felicidad… la novia era una muchacha muy bonita en esa época… IVANIA MONTOYA, el novio era, el bandido de chilote. La otra escuela era: la Crisanto Sacasa, ahí estudiaba yo, la Consuelo Guerrero Alvarado era la directora, creo que esta escuela era semi privada, aunque después se volvió pública y sustituyó a la escuela Orfilia Pérez Ponce. En 1964 fue el último año de esta escuela semi privada. Las maestras de esta escuela eran: Maestra Efigenia Rodríguez, Thelma López, Norma López, Graciela Castro, María Esther Guevara y Consuelo Guerrero Alvarado. Me acuerdo que en la escuela el alumno más diablo que existía y sin dudar en todas las escuelas del mundo se llamaba Marcial Toruño (Checho Toruño), pues este diablo, a Francisco Pérez País y a mí, nos echaba a pelear, claro, por supuesto Francisco me pego una vergueada ese día de padre y señor mío. Con lo que no contaba Marcial era que la Consuelo era mi hermana paterna, se lo lleva de la oreja, lo manda a traer una tasa de arena de la calle, dicha calle era pura arena fina, por ahí pasaba una corriente muy fuerte que se traía toda la arena del Valle de Jesús y se regaba en toda la calle; la arena que recogió Marcial, la Consuelo se la echó a un pupitre en su parte superior, le dijo a Marcial que se subiera y se hincara en el pupitre, la arena poco a poco se le fue incrustando en las rodillas hasta que checho pegó un grito de dolor y le gritaba a la maestra Consuelo, maestra no lo vuelvo hacer, pero por favor bájeme. A ese castigo de la maestra Consuelo le teníamos un temor único, eso permitía que tuviésemos un mejor comportamiento escolar. Esta Escuela estuvo ubicada en la casa donde todavía habita la maestra Consuelo Guerrero Alvarado luego se trasladó a la esquina frente al costado Este donde hoy queda la Alcaldía de Nagarote, o sea dos cuadras antes de llegar al Centro Escolar Angélica Gutiérrez viuda de Schik, hoy Ricardo Morales Avilés.  De los que me acuerdo que estudiamos en la Escuela de la Consuelo (Escuela Crisanto Sacasa) son: Marcelino y Orlando Corea Fernández, David y Salomón Solís Rivera, Zulma y Pablo Heberto Vargas (quelele +), Francisco Pérez País (+) Agustín y Marcial Toruño, Rodolfo y Antonio Mayorga, José María y Santiago Robelo Zapata (hijos de Mentol), María Mercedes y Ángela Palacios Contreras, Alejandro y Clarisa País, Evelyn Umaña, Juan González (estos dos se casaron), Teresa Toruño y su hermana menor, Petrona Contreras Rueda (+) Mayra Guzmán (+) Lilliam Guzmán (+), Rafael Guerrero Delgado ( Hermano paterno, lo crio doña Eptolia Alvarado, la mamá de la Maestra Consuelo, esposa de Rafael Guerrero Gallo, nuestro padre). Doña Eptolia Alvarado era una linda persona, mujer altiva, mujer alta, circunspecta, murió en el año 1969. También existía una Escuela privada, cuya propietaria era una hermana de doña Efigenia Rodriguez, estaba ubicada contiguo a la casa de la Esposa de Noel Guerrero Aguilar, doña Luisa Gallo en su costado Oeste
En el año 1965, se terminó de construir el Centro Escolar Angélica Gutiérrez Viuda de Schick, en honor a la mamá del Presidente de la República René Schick Gutiérrez, familiar de los Chicanas de y de los Chachalacas de Nagarote.  Todos los Alumnos fuimos trasladados a dicho centro escolar, quedando únicamente la Escuela Crisanto Sacasa en sustitución de la Escuela Orfilia Pérez Ponce y ubicada en el mismo edificio de la escuela pública Orfilia Pérez Ponce. Aquí se dio una situación penosa; el director de la escuela Orfilia Pérez Ponce, quien era un alcohólico (Luis Osorno Moraga) no quiso salir de la escuela (La dirección de la escuela era su dormitorio), por lo que la Maestra Consuelo (en su carácter de Directora), tuvo que compartir dicha oficina con el borracho, dividieron la oficina y le dejaron la puerta al borracho ex director Osorno; este fue expulsado hasta en 1979. 
En ese año 1965, llegaron profesores nuevos principalmente Leoneses y de la Paz Centro al Centro Escolar, estos fueron: Manuel Medrano (Paceño) Director, Ramón López (leonés) Sub Director, Profesores, Misael, Silvio, Julio, Profesores Nagaroteños, en esos años ya existían graduados y estaban surgiendo nuevos normalistas. La profesora Venus y Sonja Sosa Roa, María Mercedes Gallo Pérez, Yolanda Gallo Zeledón, María Haydee Mendoza Palacios, Emilio Arteaga García, Danilo Pérez Olivas, Erving Marín Castro, Rigoberto Silva Corea, Luis García Estrada, su hermana, Argentina Tijerino García, Las hermanas Gutiérrez García hijas de Don Gustavo Gutiérrez, hijo de don Entimo Gutiérrez, hermano de doña Angélica Gutiérrez viuda de Schick. La educación en Nagarote mejoró con la llegada de estos profesores Normalistas, y en ese mismo edificio del Centro Escolar, se inicio la Secundaria en Nagarote, con el ciclo diversificado (1ro, 2do y 3er año de secundaria) y fue hasta el año de 1972 que se dio el 4to año y en 1973 el 5to año, gracias al apoyo del profesor Emilio Arteaga y de la doctora Nora Baltodano Pérez, quien era funcionaria del Ministerio de Educación, hasta donde fuimos a pedir ayuda, ese viaje lo hicimos: Omar Arana Hernández, Antonio Mayorga Arteaga, Dulce María Salgado Mantilla y el que escribe estas líneas; al fin logramos que el Ministerio de Educación se hiciera cargo del 5to año;  fuimos la primera promoción de Bachilleres del Instituto de Nagarote: Josefa Palacios Pérez, Marla Montoya, Juanita Hernández, William Simón, Digna Toruño Escobar, Antonio Mayorga Arteaga, Efraín Toruño Solís, Delgar Rueda Pérez, Omar Arana Hernández, Dulce María Salgado Mantilla, Esteban y Pascual López Navarrete, Eloísa Hernández Valle, Offir Martínez Romero, Roger Hernández (todavía es profesor del INAN) y el que escribe estas líneas. Promoción “Padres de Familia”).
Para esa época ya nos ganábamos la vida tocando guitarra, tocamos mucho con Esteban López y su Hermano José Ángel, Con Santiago Mojica, Domingo Aguilar, José Valle Munguía, Juan Medardo Contreras, Orlandito Corea Fernández, Marcelino Corea, Edgardo Corea Fernández (Voces), iniciamos tocando con mi tío Alejandro Corea y su mandolina, concluí tocando con los hermanos Martínez, estos ya son de conservatorios; siempre consideré la guitarra como un pasatiempo, nunca la tomé como una forma de vida, aunque me dio dinero para ayudarme a mis estudios. Nosotros le pusimos serenata a un 60% de la población de Nagarote y tocamos en cumpleaños, bautizos, bodas de Oro, borracheras, solo con instrumentos de cuerdas, voz sin micrófono y algunas veces nos acompañaba un barril con manila (Contrabajo) y maracas. Les cantamos a políticos, cristianos, ateos, profesionales adoradores del Dios Baco, a alcohólicos anónimos, misas, profesores, día del maestro, en las vacaciones de verano en Miramar, en las costas del velero, el tránsito, a mi novia y a la novia de otro; nos enamoramos y desenamoramos con la guitarra. Cantamos música social, de protesta política, boleros, valses, baladas, cumbias, tangos, folklor, música de trió, música sacra moderna y así llegamos a los 22 años. Precisaba cambiar del modo de vivir la vida, ingresamos a vivir la vida con más espiritualidad, nos integramos a los cursillos de Cristiandad, en esa etapa, nos dedicamos a rezar el Santo Rosario, a visitar enfermos, a tocar y cantar en las misas los domingos, llegando hasta soñar que me había salvado. A esta fecha creo que fue muy poco o nada lo que hice para ganarme la salvación, Que Dios te proteja Corea.



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